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España España · malaga
Voto de alcaide:
8
Terror. Ciencia ficción Después de la huida del monstruo creado por el doctor Frankenstein (Colin Clavel), el siniestro Dr. Praetorius (Ernest Thesiger) propone al cientifico la creación de una compañera para el monstruo. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en 1935 por James Whale, en glorioso B/N, y con el impulso de haber obtenido el éxito previo con la cinta original, tan solo cuatro años antes, la estrella de La novia de Frankenstein no solo se extiende a su calidad como secuela, posiblemente una de las cinco mejores de la Historia del Cine, es también la mejor de todas las producciones bendecidas con la etiqueta "Monstruos de La Universal".

Tras la huida del monstruo, el Doctor Frankenstein recibe la propuesta de un colega, el tenebroso Doctor Praetorius, que pretende crear una compañera para la criatura.

Recurriendo a un prólogo de carácter legendario, que sitúa a los Shelley, poeta y escritora, marido y mujer, junto a Lord Byron, en una no tan hipotética velada, que aparece como primer esbozo en la novela Frankenstein, en el que, curiosamente, la propia Elsa Lanchester se pone en la piel de la autora, para posteriormente, dar vida a la novia cadáver del título, el realizador da un paso más allá en la mitología de la criatura, sin abandonar el verdadero carácter de la obra, que mantiene esa obsesión del hombre por alcanzar ese poder divino que supone crear vida.

Como factor renovador, se produce una evidente humanización de la criatura, a la que incluso vemos llorar, escenificando un mayor nivel de soledad y patetismo, intensificado por la presencia necrófilo-romántica de tan poderoso reclamo femenino.

Del resto, se ocupa la presencia apabullante de Boris Karloff al servicio del monstruo, el inolvidable peinado de Lanchester, la excelente partitura de Fran Waxman, que impregna todos los rincones del film, la fotografía, de corte expresionista, con planos escorados y extrañas sombras amenazadoras, todo ello coronado por el talento de Whale para la puesta en escena y los diseños, que incluyen la propia fisonomía del monstruo y su novia.

Finalmente, y partiendo de la base irrenunciable que obliga a no recomendar clásicos, sencillamente porque todo cinéfilo debería haberlos asumido como una obligación, mencionar que la grandeza del film reside en esa perfecta combinación del terror con el uso frecuente de comedia, factor que permite cierta inmortalidad a una obra cinematográfica, que mantiene intactos sus valores pasadas ocho décadas.




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alcaide
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