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La novia de Frankenstein

Terror. Ciencia ficción Después de la huida del monstruo creado por el doctor Frankenstein (Colin Clavel), el siniestro Dr. Praetorius (Ernest Thesiger) propone al cientifico la creación de una compañera para el monstruo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
20 de marzo de 2008
55 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Largometraje nº 11 de James Whale. El guión, de William Hurbult, John L. Balderston y otros, se basa en episodios de la novela "Frankenstein: or, The Modern Prometheus" (1818), de Mary W. Shelley. Se rueda en Universal Studios (Universal City, CA). Fue nominado a un Oscar (sonido). Producido por Carl Laemmle Jr. y James Whale para la Universal, se estrena el 22-IV-1935 (EEUU).

La acción tiene lugar en Suiza, en 1816/17. El pérfido Dr. Septimus Praetorius (Thesiger) reclama la colaboración de Henry Frankenstein para crear la réplica femenina del monstruo. Ante la negativa de éste, decide aplicar métodos criminales expeditivos.

El film es una obra de terror y una secuela, con elementos de horror, drama, comedia, romance y ciencia ficción. Es secuela de "Doctor Frankenstein" (Whale, 1931), a la que supera en dirección artística, definición de caracteres (humaniza al monstruo: dice algunas palabras, llora...), capacidad de insinuación y sugerencia, etc. La novia se inspira en María, la mujer artificial de "Metrópolis" (Lang, 1927). De esta cinta toma la plataforma que eleva a la novia a la altura de los rayos para que la electricidad natural le dé la vida. La imagen de la novia ha pasado a formar parte de la iconografía imperecedera del cine.

El relato pone de manifiesto las limitaciones del género humano; la ambición del hombre de ser igual a Dios; la lucha ancestral contra la muerte; las consecuencias del avance científico, etc. Trata de la intolerancia, la discriminación, la soledad, la amistad, la exclusión. Al amparo del exostismo y el terror, aporta referencias, no advertidas por la censura, sobre la homosexualidad, la necrofilia, la blasfemia. En un plano contrapicado la imagen del monstruo parece la del crucificado.

El film hace uso frecuente del humor, la sátira, la parodia y la farsa, que combina con el terror. La obra resulta entretenida y divertida, en el marco de una atmósfera magistral de suspense. Son escenas destacadas la visita de Mary Shelley y su marido a Lord Byron, la tierna relación del ciego y el monstruo, la novia elevada a las nubes, la de los pequeños personajes vivientes de Praetorius y otras.

La música, de Franz Waxman, compone una magnífica partitura original de 11 cortes, de estilo vanguardista, que se funden con las imágenes. De tono pletórico y tenebrista, subraya la irrealidad de la historia. Cortes para recordar: "The Bird Of The Bride", "Working Under Pressure" y "End Tittle". La fotografía, de John J. Mescall, en B/N, ofrece soberbios movimientos de cámara, extrañas angulaciones, planos laterales expresionistas, imágenes con abundantes zonas oscuras, sombras lúgubres y arquitecturas alucinantes. Gran interpretación de Ernst Thesiger, que entrega uno de los doctores más perversos del cine.
Miquel
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14 de noviembre de 2008
32 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un dicho generalizado y que probablemente sea cierto eso de que las segundas partes no sólo no alcanzan el nivel de sus originales sino que suelen contaminar parte del buen sabor que nos dejó. Pero como en todo las excepciones las hay, no sé si este será uno de los casos ya que esta película tiene mejores momentos que la primera parte, pero también los tiene peores. Se nota, que el film tiene una mejor elaboración que la primera y se beneficia de unos mejores decorados, el comienzo con el prólogo de Mary Shelley y la primera aparición en el molino son excepcionales, el desarrollo de los personajes es mayor y la progresión del monstruo ayuda a construir un esquema más humano que la anterior. No obstante hay algunos momentos que me parecen absolutamente prescindibles, en especial el personaje y sobretodo la interpretación bochornosa de Una O’Connor (Minnie) la criada y colaboradora con Whale en “El hombre invisible” algo que no acabo de entender porque es de las peores actrices que he visto en mi vida, su ridícula sobreactuación da un cante penoso que no tiene ni la menor gracia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jonesy
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5 de noviembre de 2009
28 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Whale intentaba salir definitivamente del género de terror, que él pensaba que era algo puramente coyuntural y dedicarse a otros menesteres, cuando de nuevo la Universal le encargó la segunda parte de la exitosa “El Doctor Frankenstein”. Es un fenómeno muy usual en la historia del cine, a mi querido Sergio Leone le pasó lo mismo cuando desembarcó en EE.UU., tenía que hacer un western más por las buenas… o por las malas.

El caso es que de una imposición surgió una de las mejores películas de terror –y algo más- de toda la época de la Universal, demostrando que una secuela no es per se mala o buena, sino que se convierte en una u otra cosa en función del esfuerzo, interés y profesionalidad que se le ponga.

“La novia de Frankenstein” es una película más compleja y rica que su antecesora. No es una cuestión sólo de medios, que también, sino que Whale cuenta con mayor libertad creativa para desarrollar su historia y darle un toque de melodrama legendario, como ocurre con escenas de la calidad como la del monstruo y el músico, que tienen varias lecturas entre líneas.

Todas esas aristas argumentales que tiene la película, sumada a la esplendorosa fotografía que la acompaña, hacen de esta obra un referente para los amantes del cine.

Comparto con otro compañero de la web la apreciación de dos elementos que me incomodan, los enanitos de las botellas no venían a cuento más que como muestra del avance de los efectos especiales del momento que había que insertar como fuera, y la presencia de esa actriz histriónica, de la que prefiero no recordar su nombre, que ya había aparecido en “El hombre invisible” y que allí tenía su sentido como mesonera, pero que aquí parece más un guiño al público del momento.

Si algunos piensan todavía que dentro del catálogo de criaturas terroríficas, Frankenstein es poco interesante por su simpleza, es que no han visto esta película.

Nota: 7,7.
vircenguetorix
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11 de junio de 2009
25 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es mucho más que una película de miedo, los elementos narrativos, intelectuales, artísticos e interpretativos de esta película la con vierten en una de las más grandes joyas del horror de la Universal y de toda la historia del cine. Jack Price vuelve a sorprender con genial maquillaje del monstruo y de la novia, ambos están entre los más famosos de la historia del cine y todo el mundo los conoce aunque no hayan visto la película. En este filme todo es fantasía sin más límite que el de la imaginación. La genial interpretación de Karloff ya lo había convertido en una estrella en 1931 con ''Frankenstein'' (dirigida por Whale), tanto la estrella de la pantalla como la estrella de detrás de las cámaras repiten esta película que casi todos los críticos consideran mejor que la original, tras el éxito de la anterior enseguida se pensó en una secuela pero Whale se negó en un principio pero al final decidió hacerla y de todas formas es mejor esperar y tener una buena película que apurarse y salga una chapuza. Elsa Lanchester interpreta a la novia y tambien a Mary Shelly en el prologo inicial. La película es bastante diferente a la primera parte un ejemplo en esta tenemos a el Dr. Pretorius el malvado científico que esta aun más obsesionado por crear vida que el Dr. Frankenstein y en la primera teníamos a un aburrido Dr. Waldman. Pretorius es un personaje excéntrico que Whale creo durante la elaboración del guión y al que interpreta genialmente el actor Ernest Thesiger. Colin Clive quien moriría dos años después destrozado por el alcohol repite de nuevo su interpretación del Dr. Frankenstein pero esta vez no a un loco si no a un personaje que quiere salvar a su chica y para ello tiene que colaborar con Pretorius en la creación de otro monstruo semejante al anterior pero esta vez una mujer. La gran diferencia del anterior filme con este es que el monstruo no podía hablar pero en esta ocasión se le devolvió el hablar al monstruo aunque Karloff no le pareció demasiado bien. La fotografía esta vez de John D. Mescall es tan mágica y fantástica como la de la primera parte y los decorados logran crear bastante clímax, la excelente música de Franz Waxman nos anuncia en todo momento la aparición de algún personaje o escena importante. Como era de esperar la censura corto gran parte de las escenas terroríficas o que trataran de temas religiosos por ejemplo en la película cuando Dr. Pretorius habla con el Dr. Frankenstein intentando que se asocie a el dice: ''siga los pasos de la naturaleza, o de dios… en el guión decía:''… si cree en los cuentos de hadas'' pero en la película finalmente se cambio por: …''historias bíblicas''. El monstruo no es en realidad un villano sino un desgraciado que esta solo en el mundo y quiere conseguir un amigo, la escena del monstruo y el ciego resulta muy tierna por que ambos están en la misma situación.
Hoy en dia ''la novia de Frankenstein'' sigue siendo una obra maestra.

En el spoiler aparecen secuelas y películas de interes
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jesús Hermida
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23 de noviembre de 2011
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Whale escoge a la misma actriz, la incomparable Elsa Lanchester, para interpretar a la autora del libro “Frankenstein” y a la criatura que alumbran dos varones. Es decir, la autora de la “La novia de Frankenstein” es también la novia de Frankenstein: es su propia criatura. No es difícil deducir que, por extensión, James Whale es su criatura, el monstruo de Frankenstein.

Por eso ahora el Monstruo habla y por eso ahora es la víctima y no el asesino: Whale, homosexual en la América de los años 30, sabe lo que es ser perseguido, que lo intenten apedrear y quemar, que lo llamen monstruo y aberración contraria a la naturaleza y a los designios de Dios.

Pero todo autor es todas sus criaturas, no solo una, y Whale es también el Doctor Pretorius (Ernest Thesiger, homosexual como Whale), ese profesor loco, expulsado de la universidad… ¿por qué? Por “saber demasiado”, nos dice, con más pluma que un pavo real. Claro, que Pretorius es más viejo que el Monstruo, y como el diablo sabe más por viejo que por diablo, él, al contrario que el Monstruo, lleva mucho tiempo “odiando a los vivos y amando a los muertos”, ya se ha rebelado, y ha decidido contravenir toda ley humana y supuestamente divina y ponerse a engendrar monstruos con otro hombre, Victor Frankenstein. Sigan tirando de ese hilo y entenderán por qué el Monstruo derriba una estatua de un obispo en el cementerio, después de que no le dejen convivir en paz con otro hombre, el ciego, el único que le acepta como es, y por qué al final determinados personajes deciden que es mejor y más acogedor un mundo de dioses y “monstruos”.

La película funciona de maravilla como cuento fantástico lleno de sugerencias, sin necesidad de leer entre líneas. Whale utiliza con toda intención una iconografía (religiosa, pero también civil, que el linchamiento del monstruo es sorprendentemente parecido a los linchamientos de negros en la América de los 30) para crear momentos siniestros inolvidables y propios de una película de terror (ese banquete sacrílego sobre un ataúd, esa conversación en sombras sobre los cuentos bíblicos, la impresionante creación de la mujer…); pero también para contar la historia que le interesa, su historia, la historia de los supuestos freaks y monstruos que en esta película aparentemente de terror tienen toda la simpatía. Y por eso la película tiene tanto humor, ese que despista a los que acuden a esta película buscando un cuento expresionista de terror serio: porque James Whale, medio obligado por la productora a hacer una secuela que él no quería hacer, acaba dándose cuenta de que la puede utilizar para colar un gol por toda la escuadra a su productora, y lo que hace es reírse a mandíbula batiente de todos nosotros y de toda sociedad e institución que le llame monstruo, representados como estamos por esa histriónica, histérica y genial Una O’Connor cuya presencia también parece molestar a algunos. Normal, dado que Whale lo que quería era molestar.
McTeague
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