Los japoneses tienen gustos digamos peculiares. En todos los aspectos. Y el cine es uno de ellos. Las películas que conciben para el mercado internacional son más convencionales, pero para consumo interno tienen una retahíla de subgéneros peculiares con nombres (en japonés) que desconozco pero que podríamos clasificar como, por ejemplo, "colegialas frágiles que pueden a ostias más que Rambo", "gente que se transmuta en máquinas de matar", "películas de duelos en serie", "monstruos radiactivos que se enzarzan a mamporros" y otros muchos igual de estrafalarios.

Un poco de todos ellos, y toneladas de sangre, vísceras y demás cochinerías tiene esta película que nos ocupa. Básicamente muestra las diferentes peleas que va teniendo la protagonista, una joven policía con bastante arte usando los objetos cortantes, contra tipos mutantes que llevan adosadas al cuerpo armas de todo tipo. Hay una trama detrás, pero es bastante endeble y sirve poco más que de hilo conductor entre pelea y pelea. Hay algunos momentos humorísticos bastante marcianos, algunos momentos dramáticos todavía más marcianos, y una cierta crítica a la fiebre de las privatizaciones, pero el que se pone a ver algo titulado "Tokyo Gore Police" lo que espera es desparrame sangriento. Y de eso no falta. Las escenas gore, además, son disparatadas y excesivas hasta el absurdo, están aceptablemente bien hechas y a ratos resultan bastante divertidas.

El problema está en que la estructura de la película es muy repetitiva (pelea-relleno-pelea-relleno-pelea) y al final llega a aburrir un poco. Pero si lo que buscas es gore a todo trapo no te decepcionará.