Cuántas veces habremos jugado de niños al Spagueti-western. Imitando las muertes de los malos.
Aún siendo el western menos inspirado de los tres que rodaron Sergio Leone y Clint Eastwood. De nuevo una banda sonora inolvidable, y de nuevo unos diálogos grandiosos, especialmente al comienzo, entre Clint Eastwood, el dueño de la taberna y el enterrador. En esos instantes parece una parodia del género western, luego se mete en faena y nos da lo esperado: tipos malos, y tiroteos con espectaculares caídas del caballo.
De nuevo un Clint, con su poncho raído, su sombrero, su eterna colilla en los labios y esa mirada de tipo duro, enfrentándose esta vez a una banda de hermanos que siembran el terror en un pueblo.
Si te la encuentras en televisión, o tienes ocasión de verla, no lo dudes.