Rain Man de Barry Levinson, es un drama basado en el autismo, de talla sobresaliente e inolvidable. Dirigida con un ritmo paulatino, es arriesgada por la dificultad del personaje principal, y por tener una historia peculiar y distinta, íntima y personal, la cual realiza de modo increíble y asombroso, y la define de modo inteligente, lúcido y extraordinario.
La fotografía, es grandiosa y espléndida, por sacar imágenes lumínicas, sugerentes y bellas que calan en el espectador, por ser majestuosas, confortantes y estimulantes, en su afán de cautivar al público en todas y cada una de las cuidadas escenas. Y la música es excepcional y grandiosa, con sonidos variados, emotivos y enigmáticos, que hipnotizan por ser curiosos y sensacionales en un soberbio trabajo de Hans Zimmer, como no podía ser menos.
Las actuaciones, son inverosímiles, convincentes y radiantes. Con Dustin Hoffman inconmensurable y concluyente en un gran papel que le valió el oscar, y Tom Cruise está admirable y persuasivo, además de clamoroso en su acompañamiento en uno de sus mejores papeles. Siendo también competentes las interpretaciones de Valeria Golino y Gerald R. Molen aunque a menor escala que los principales. Empleando diálogos jocosos y característicos de un personaje autista, con sus manías y singularidades peculiares.
El guion es entrañable y conmovedor, además de absorbente y apasionante para cualquier espectador, con momentos hilarantes, y desde luego provocador y sublime. Argumentando de forma maravillosa, excelente y excepcional para cualquier amante del género. Usando una narrativa insinuante e intachable, que por supuesto es incoherente por parte del protagonista, llamando así enormemente la atención del público por su ilógica y discordancia.
Para finalizar, cabe destacar los planos y movimientos de cámara panorámicos, de seguimiento, tercera persona y cámara en mano inteligentes y bien trabajados en detalles. Y unos vestuarios y caracterizaciones estéticamente elaborados según el personaje. Por lo que, en definitiva, la considero una obra imperecedera e imprescindible, emocionante y magistral, que gustará a todos por su emotividad y sentimiento. Recomendable por la dirección, el guion, la fotografía, la música y en especial, por la enorme actuación de un Dustin Hoffman en estado de gracia.