Clint Eastwood se ha estrenado como director de cine bélico con arte y visión crítica: Los gobernantes, los políticos, los mandamases, utilizan a los soldados no ya para ir a morir a la guerra sino incluso, a los soldados que logran salir vivos de ella, para justificar la propia guerra, para seguir alimentándola y para que no decaigan los enormes intereses creados que conforman, rodean y sostienen el espectáculo de las confrontaciones a muerte.

La película es algo lenta, a veces un "tostón", cuando se acaba no queda uno entusiasmado como para volver a verla otras veces, algo que sí ocurre por ejemplo con Steven Spielberg y su "Saving Private Ryan" (1998)". No obstante, Eastwood ha logrado una obra de cine digna y seria, con un mensaje implícito importante sobre las manipulaciones que las guerras conllevan y con grandes dosis de tristeza, de realismo, tal y como sucede y afecta a los protagonistas directos o básicos de las contiendas por el resto de sus días.