Debo repetirme demasiado, y creo que debo dejar de decir eso de que "pocas películas me han encogido el corazón como ésta", pero, aunque ya no sean pocas, he de decir que aún tengo la garganta atenazada por culpa (con premeditación y alevosía) de las dos horas que he invertido en verla.

Cada minúsculo centímetro del cordel argumentativo, entretejido con la brillantez y el buen hacer de Frank Darabont, y coloreado por unos magníficos Morgan Freeman y Tim Robbins en uno de sus mejores papeles; cada nudo, por pequeño que sea, por nimio que sea el detalle, se deshace con fluidez y maestría hasta deslizarse por la mente del espectador, y terminar con la más bonita de las florituras.

Y todo esto aderezado con una banda sonora magistral de Thomas Newman.

Y no sólo, como se ha dicho del filme, es una historia sobre un hombre que cumple condena en la prisión de Shawshank. Es una oda a la Libertad. Es una canción al Tiempo, y lo que el Tiempo puede hacer pasar a las personas. Es un soneto a la Amistad, y un romance a la Justicia. Y justicia es lo que se reparte.

Una completa lástima que la también magnífica "Forrest Gump" eclipsase todos los Oscar de su año. De lo contrario, un más que merecido reconocimiento hubiera llovido sobre una película que recomendaría a cualquier espectador potencial.

Recomendadísima.