Es agotador como, película tras película, si el perdonaje es asiático, africano o latino, se busca bajo las piedras al actor que cumpla la racialidad correspondiente, incluso si su capacidad interpretativa es normal tirando a mala. Eso ya no importa.
Y si no hay protagonista para cumplir cuota, canbiamos razas y hasta géneros siempre que el cambiado sea blanco y varón.
Aquí tenemos la enésima muestra ridícula de un hindú jugando a ser primo del Rey Arturo y Caballero de la Mesa Redonda ( hemos visto ya a un Heimdall o una amazona negra...).
Estoy convencido que, del mismo modo, tendremos toneladas de mujeres empoderadas en plena Edad Media ( se ve que lo estaban y nadie lo sabía), agenda política y todas la mandagas obligadas a día de hoy que están matando la libertad creativa, en este caso, en el cine.
Hasta que no digamos basta a la perversión de la Historia y los guiones por una ideología a todas luces totalitaria a día de hoy, seguiremos embarcados en esta mediocridad creativa.
Aporto mi granito de arena no viendo este engendro, lo mismo que huí como de la peste bubónica de la nueva versión de Cenicienta y su Hada, hado, hade madrina/o/e/i/u...