Estampa de la realidad de prisioneros franceses de la Gran Guerra (1914-1918) y de sus sufrimientos e intentos de escape y de su relación con sus carceleros alemanes.
Los prisioneros deben lididar con su suerte, inventar medios de escape y, en fin, pasarla lo mejor posible con su falta de libertad, acudiendo a cantar, entablar diálogos de corte humorísitico, tocar música, etcétera. Uno de ellos, un aristócrata francés, logra la amistad de un oficial alemán de rango social elevado que muestra, por bajo de la cuestión nacional, la realidad sociológica de la división en capas sociales. El título de la critica refiere a un argumento de un guardia alemán cuando le preguntan por una explosión de nervios de un francés, que está harto de su situación y que, aislado tras un intento de escape, quiere hablar en su lengua con un connacional. Históricamente, la Gran Guerra que cobró 20.000.000 de vidas en cuatro años, durante mucho tiempo permaneció indecisa, y fue la época en que se probaron famosos gases tóxicos (i.e. gas mostaza) que obligaban al cavamiento de trincheras. Famosa por su crueldad, las líneas enemigas podían verse entre sí y bajo un intercambio atroz de fuego, apenas podían avanzar unos metros por todo un día por su peculiar naturaleza.
La película intenta ser un alegato contra el belicismo. No todo el mundo, evidentemente, comparte este punto de vista, y recuerdo a un Profesor de la Facultad que había escrito un libro señalando, a su criterio, las ventajas de las guerras, con unos diez puntos, destacando entre ellos el control poblacional (en ese sentido, la Gran Guerra fue un experimento fructífero, con su secuela millonaria en vidas, sin contar heridos ni mutilados). Fílmicamente es atrayente por ciertas notas de humor, gestos de nobleza entre enemigos, aunque puede ser algo larga. En todo caso, es una experiencia interesante, y se la puede valorar numéricamente de igual modo, aunque dado que tiene su calidad, juzgo atinado concederle un 6,80.