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La gran ilusión

Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). Una obra sobre la camaradería y las relaciones humanas que retrata el día a día de unos prisioneros franceses en un campo de concentración alemán durante la Gran Guerra. Nada más llegar al campo, dos oficiales de la aviación francesa se enteran de que sus compañeros de barracón están excavando un túnel para escapar de allí. (FILMAFFINITY)
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Críticas 73
Críticas ordenadas por utilidad
13 de septiembre de 2008
151 de 174 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer gran film de Renoir. El guión, escrito por Renoir y Charles Spaak, desarrolla un argumento original de Renoir, que se inspira en su experiencia personal de piloto de aviación y la de sus compañeros durante la IGM. Se rueda en exteriores de Colmar (Alto Rhin) y del castillo de Koeningburg (Bajo Rhin) y en los platós de Studios Eclair y Studios de Boulogne-Billancourt, entre febrero y marzo de 1937. Es el primer film en lengua no inglesa nominado al Oscar a la mejor película. Gana el Premio Especial de Venecia y el premio del NYCCA (film extranjero). Producido por Frank Rollmen y Albert Penkovith para Realisation d'Art Cinématographique (RAC), se proyecta en preestreno el 7-VI-1937 (Francia).

La acción dramática tiene lugar en Francia (cantina de una base aérea) y en Alemania (acuartelamiento militar de un aeropuerto, campo de prisioneros de Hallback, castillo-prisión de Winsterborn y granja de montaña próxima a la frontera suiza). El relato se desarrolla a lo largo de algo más de 18 meses. Un avión francés de reconocimiento, pilotado por De Boeldieu (Fresnay) y Maréchal (Gabin), es abatido (19-III-1914) sobre suelo alemán por el avión de combate del capitán von Rauffenstein (Stroheim) unos meses antes del inicio de la IGM. Después de pasar por la enfermería, son trasladados al campo de Hallback, donde comparten cautiverio con un maestro (Dasté), un actor de teatro (Carette), el hijo de un banquero judío (Dalio) y otros. Después de varios cambios, coinciden en la prisión del castillo de Winsterborn el aristócrata De Boeldieu, el mecánico Maréchal y el hijo del banquero Rosenthal. Rige la prisión el capitán von Rauffenstein, ahora mutilado de guerra.

El film suma drama, guerra, vida carcelaria y romance. Es una obra de una gran sencillez aparente, una ironía sutil y exquisita, personajes memorables, grandes actuaciones y escenas conmovedoras. Es una de las grandes películas de Renoir y una de las más admiradas. Sus ideas centrales se basan en la creencia en la igualdad de las personas y la posibilidad de la fraternidad entre ellas, al margen de las diferencias de clase y de educación, y de situaciones sobrevenidas de guerra. Para el guionista las fronteras de los Estados son artificiosas y absurdas, los nacionalismos defendidos por el nazismo y el fascismo son una necedad, la fraternidad entre los pueblos es una urgencia derivada de la propia naturaleza de las cosas y la paz es posible. Defiende los valores del humanismo (libertad, solidaridad, amistad...) y opta por un pacifismo activo. Defiende sus propuestas básicas desde una posición no partidista suficientemente amplia para que todos puedan considerarlas razonables, aceptables y deseables. En otro orden de cosas, el film muestra el ocaso progresivo de la aristocracia como clase dominante en Europa y su progresiva substitución por la burguesía y las clases populares.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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31 de marzo de 2011
137 de 188 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás el título de esta crítica resulte exagerado, de acuerdo, pero lo que está clarísimo es que lo mío con el cine francés no tiene remedio. Lo he intentado con casi todos los grandes (Carné, Bresson, Truffaut, Godard, Malle y ahora Renoir) y lo único que he conseguido —en mayor o menor medida— es encadenar decepción tras decepción.

Obviamente, hay excepciones: H.G. Clouzot, por ejemplo, me encanta. Así como algunas cosillas de Truffaut, Malle, Rohmer, Clair, Clément y Chabrol. Pero poco más. Casi podría decirse, por lo tanto, que mi sentimiento generalizado hacia el cine francés es, en líneas generales, bastante tibio.

Mi última gran decepción ha sido, concretamente, “La gran ilusión”. Un film en el que había depositado grandes expectativas y del que, por desgracia, tan sólo puedo decir que se trata de una buena película. Una conclusión a todas luces paupérrima teniendo en cuenta que estamos hablando de la gran obra maestra de Renoir y teniendo en cuenta que la vi dispuesto a flipar con ella y a recompensarla como la mayoría de mis colegas cinéfilos han hecho previamente: con ochos, nueves e incluso dieces.

Lamentablemente, no he sabido conectar con su espíritu humanitario ni con su ferviente defensa de la igualdad entre clases. Y no porque no me solidarice con sus postulados, por descontado. No he conseguido conectar con todo ese contenido alegórico porque me parece excesivamente ilusorio, antojadizo e ingenuo. Y todo ello no me cuadra, para nada, en un drama carcelario ambientado en la 1ª GM. En un drama carcelario en el que los prisioneros degustan delicatessen y cognac añejo y en el que los soldados alemanes parecen hermanitas de la caridad. No, señores, no cuela. Como alegato antibelicista prefiero “Senderos de gloria”; como fábula, “La vida es bella” (el niño, al menos, sirve como pretexto); como drama carcelario, “Le trou” y como todo eso y más, “El puente sobre el río Kwai”. De aquí a Lima, vamos.

Aún así, debo reconocer que le debo un nuevo visionado (de Scardanelli suelo fiarme bastante), que los personajes —más que memorables— resultan entrañables y que la prodigiosa interpretación de Erich Von Stroheim ya justifica, por si sola, su visionado. Lo dicho: buena. Sin más. Y ahora, cojan sus bayonetas y apunten al NO. Lo comprenderé.
Taylor
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11 de febrero de 2011
62 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible imaginar al vitalista y humano Renoir filmando una película bélica tejida con explosiones, tiroteos, bombardeos, batallas y hazañas.
“La gran ilusión” se ocupa de la vida, tal y como sigue discurriendo entre unos prisioneros franceses, a pesar de que la guerra pueda amenazarla gravemente.

Mientras lo habitual es rodar la guerra a escala inhumana, mostrando su esencial brutalidad, Renoir lo hace a escala humana, fijándose con plena deliberación en zonas ajenas al combate: la comida, las ropas, los planes de fuga (ese túnel que en tantas películas galas se ha cavado, como si fuese el mismo…), camaradería jovial y solidaridad, incluso el romance que con cálida intensidad anula a la contienda, y por supuesto la libertad, que jamás se pierde de vista.

Los oficiales franceses componen con bastante juego un dúo de contrarios, personificación de clases sociales antagónicas: el robusto y llano teniente (Gabin), el refinado y aristocrático capitán (Fresnay). Pero a la hora de las personificaciones, el portento de la película es la actuación del cineasta Von Stroheim en el papel de comandante prusiano. Interpreta con gestualidad impresionante en tres idiomas a un hombre de honor que sienta a su mesa a los oficiales apresados, los trata con impecable cortesía y llora desde lo hondo de su corazón de caballero antiguo al tener que disparar su arma en cumplimiento del deber.
Ese hombre de imponente y conmovedora presencia simboliza la ilusión deseada por Renoir: que la sencilla calidad humana prevalezca sobre la barbarie.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, un anhelo ciertamente ilusorio.
Pero el maestro francés lo formuló con toda su fe civil y republicana.
Archilupo
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14 de marzo de 2009
67 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillas había leído sobre esta película de Renoir y no puedo afirmar que el director haya tenido la culpa de esta gran decepción que me he llevado.

El filme tiene momentos grandiosos, el uso de la cámara para la expresión de sensaciones y el cuidado de cada plano es admirable pero tiene para mi gusto tiene dos grandes problemas de raíz que expondré a continuación.

Los personajes que nos presentan están mal definidos provocando que mi capacidad de empatía con ellos sea nula, por lo que en ningún momento me hacen sentir ni padecer. Sólo se toman la molestia de definir a dos personajes, los aristócratas del castillo de los que no daré más detalles para no caer en spoilers, pero demasiado rápido y sin sentido haciendo que una gran carga sentimental del filme pase de puntillas.

El otro gran problema es la historia/guión en sí. Cuando me he enfrentado a la visión de "La gran ilusión" ya tenía en mi haber cinéfilo dos obras maestras sobre las huídas de cárceles, "Un condenado a muerte e ha escapado" y "La evasión", que sin duda han bebido de las virtudes del filme de Renoir pero en donde se plasma los quehaceres de un grupo de convictos en pro de su libertad de una manera más detallada y sencilla. Olvidándonos de que gran parte de la película se apoya en como van a huir, que sin duda es novedoso para la época, el filme tiene 25 minutos finales que no vienen a nada, hundiendo más mi valoración final.

Si a estos dos grandes problemas le sumas una música desastrosa que además está muy mal montada obtendrás como resultado la gran decepción que me he llevado.
capacitivo
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12 de enero de 2009
29 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué un grupo de oficiales, encerrados en una jaula de oro en un campo de prisioneros especial, es empeñan con tanto afán por escapar cuando no sufren ninguna penalidad excepto la de verse privados de su libertad? Pues precisamente por la libertad, el simple concepto de libertad, que añoran con todas sus fuerzas, por el amor al significado mismo de esa palabra.
Esa es la premisa sobre la que se levanta el enorme monumento cinematográfico que es La gran ilusión. Es un ejemplo clarísimo de buen cine, por todas partes. Su dirección es impecable, al igual que su fotografía, las interpretaciones, la puesta en escena... en fin, que esto es una buena película épica, y no la basura que produce Hollywood a diario hoy en día, con mucho más dinero, mucho más afán y mucho más público.
Resulta chocante ver el respeto que existe entre los enemigos, la camaradería que surge incluso entre los que supuestamente se matan a tiros en el campo de batalla, el honor y el orgullo de unos hombres que luchan, unos por obligación y otros por la gloria, pero con el mismo sentido del honor.
En fin, estaría bien que las guerras fueran en la realidad como las retrata Renoir, pero sabemos que no es así. Todo queda en una gran ilusión, hermosa, idílica y utópica... pero una ilusión, al cabo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
dorian88
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