Si no hubiera visto ninguna de las películas de Scorsese de los últimos 15 años me hubiera fascinado, ese torbellino de excesos, chanchullos, diálogos ingeniosos y la manera en como están contados. Pero no es el caso, El Lobo de Wall Street me recordó en exceso a Uno de los Nuestros, Casino o el Aviador. Las dos primeras por el ritmo trepidante de los sucesos, la última por ese total y absoluto protagonismo de DiCaprio.

Martin Scorsese parece disfrutar contándonos las vidas de multimillonarios, de como viven, como hacen el amor, lo que comen, lo que beben, lo que esnifan, y sabe como hacerlo, en ese sentido Scorsese no tiene rival, ahora bien, cuando has visto la misma situación en más de tres películas, rodada con el mismo plano y con el mismo actor no es lo mismo, aunque la experiencia de alguna de ellas te perturbe días después de haberla visto.