Después de terminar de ver esta película se me ha quedado la misma cara que al escudo de los Chicago Bulls por lo que seré honesto, consecuente e implacable con ella:
No me creo las horribles interpretaciones de los personajes encabezados por el pasmado perpetuo de Michael Cera y la insulsa Mary Elizabeth Winstead (una mezcla entre Nena Daconte, José Mourinho y la bruja "Avería").
No me creo la dirección pues es caótica y pretenciosa (con guiños a fantásticas películas como "Kill Bill" o "Blade" que no se le ocurrirían ni al que asó la manteca).
No me creo los efectos especiales verbeneros que producen grima en cantidades industriales.
No me creo el guión el cual es un disparate continuo y una oda al despropósito.
En fin, no me creo nada de esta fantasmada.
Y por supuesto no perderé mucho el tiempo en analizar a los "7 malvados ex-novios" que parecen que están sacados unos del gimnasio "Barrilado" y otros del Café "Gijón".
Los diálogos son repelentes y dignos de la antología de la cartilla "Micho" y las eternas onomatopeyas producen dentera (¿que son originales?, ¿es que nadie vio la serie de los años 60 de "Batman"?. ¡Aquello sí era original para los tiempos que corrían!).
Ninguna persona seria y cinéfila que se precie debería ver este timo del tocomocho.
Yo personalmente preferiría ver un discurso de Fernando Sánchez Dragó sobre la economía de la isla de Bonaire antes de volver a visionarla.
Pero realmente la culpa de todo esto la tienen los productores que sufragaron el presupuesto del film con los cuales habría que hacer un auténtico aquelarre sin contemplaciones.
Mi calificación: 0.0