La muerte de David, el apuesto prometido de Lillian, sumerge a esta en el alcoholismo; la inconsciencia hace que soporte mejor el dolor que produce la vida. No obstante vivir sumergida de manera constante en ese estado no la hace feliz, pues afronta la existencia de una forma errática, tomando decisiones que en un estado de serenidad no haría, con el consiguiente desconcierto. Cede su voluntad al alcohol pensando que la despreocupación que este ofrece la va a traer felicidad y alivio. No es así y tras una unión sentimental fallida, sostenida en su totalidad por el alcohol, llega otra persona de elegante apariencia que resulta ser un maltratador que disfruta dominando psicológicamente a las mujeres y sometiéndolas a su voluntad: se percata del problema de Lillian nada más verla y la manipula emocionalmente para conseguir su pérfido propósito. Hubiera encontrado oportuno que se explicase de una forma algo más concreta el origen de este personaje y que se ofrecieran más detalles acerca de su persona. A mi entender, el alcohol aniquila la voluntad de la persona, y una persona sin una voluntad determinada se muestra dispuesta a entregarse a cualquiera, devaluándose de este modo a sí misma y siendo carne de cañón para aquellos que se nutren anulando psicológicamente a los demás. La protagonista llega a ese punto tras sufrir la pérdida de la persona amada, una relación que su propia y posesiva madre intentó truncar.

El tour-de-force de la asimilación y la sanación (tras un diálogo de altura) llega con la ayuda de un bondadoso, sensato, sereno y algo tímido coordinador de reuniones de alcohólicos anónimos, que no solo ayuda a Lillian (gran actuación de Susan Hayward) a superar su trastorno mental... sino que también se convierte en el elegido para ser su pareja sentimental desde aquel momento.

Quizás me faltó algo más de esa adictiva y bronca intensidad con la que se hacen los dramas a día de hoy, ahí quizás me hubiese llegado más y le hubiese brindado una mejor nota. O a lo mejor sucedería lo contrario, pues a lo mejor eso la haría más vacía a mis ojos.