Si Clooney está considerado como paradigma de la clase y el atractivo masculino, diría que no es por este trabajo. Pero no es su culpa, sino la de unos guionistas que pensaron que torturar al espectador, emparejando a los protagonistas a base de coincidencias estrambóticas sería algo ocurrente y encantador. Al igual que plagar la película de situaciones forzadas y de lo más incómodas, imprimiéndole a todo este mejunje un ritmo atropellado, despertando de este modo ansiedad en el irritado espectador, ante la desagradable catarata de gilipolleces con la que le están maltratando. Por si fuera poco los niños están diciendo idioteces todo el rato, con la intención de que el imaginario rechazo inicial (porque ya sabemos todos como acaba esto) quede remarcado, que no quede ninguna duda.

Una película horrible, insufrible. El sentido del humor se basa en la frivolidad, en la exageración, en lo burdo. Carece totalmente de encanto.