Mango y papaya.
Tiburón.
Es Pretty Woman y Capitanes intrépidos y A propósito de Henry y Amigos bajo el sol y El regreso de Martin Guerre y Sin miedo a la vida y uno de esos (maravillosos fabulosos), sobre todo, programas de televisión en los que el jefe (prohombre, la leche) se hace pasar por un desconocido don nadie para así conocer mejor a los de abajo, a sus empleados o lacayos y, ya de paso, de casta le viene al galgo, aprender (o, mejor, recordar, nunca se van) los (más) grandes valores, que los ricos también lloran y que los pobres (pese a las apariencias cochambrosas terroríficas) son buena gente y tanto la gozan especialmente en USA donde las pizzeras tienen barcos (que no falten, para surcar del sur los mares), chozas (grandes como imperios, Macedonia, compota) o mansiones (terratenientes, Tara, sedal y jara) con jardín y toda la pesca, eso, y La ardilla roja, Medem, siempre, por supuesto, lo tenemos (presente) en las (oraciones) mientes, acecha.
Sí, para ser tan mala es buena o no tan espantosa, toma y daca, mitad lobotomizada, de choque terapia, y el otro rato llevadero, colgandero, en verdad nada que es algo y menos, por ahí le anda, de parranda, bailando salsa, correcto.