Cuatro guionistas, incluido el creador del personaje se han necesitado para concebir un argumento que cabe en una sola línea con tres palabras: Hostias a granel.  Desde luego no cabe duda que su director Stahelski a dejado a un lado su faceta como director interesante en el género de acción para darse un atracón de esto último dado sus antecedentes como doble de riesgo y maestro de acrobacias. Si uno es fan de este tipo de peleas de artes marciales aquí puede hasta empacharse porque durante 125 minutos de 130 de metraje no hay otra cosa. Si alguna película pudiera ser candidata a que sus personajes fueran íntegramente avatares digitales esta se lleva la palma. Al menos a Keanu Reeves le mantiene en forma física que no mental y le ahorra peinarse y aprenderse de paso algún texto que pudiera aportar algo a su personaje, por otro lado interesante en entregas anteriores. Del universo ambiental y atmosférico Wick tan cautivador quedan retazos donde la dirección artística puede, a base de sobras  y algún detalle, salvar el tipo. Actores y actrices de la talla de Fishburn, Berry, McShane y Anjelica Huston ejercen de mal funcionariado: fichan, cobran y desaparecen. Vaya chollo.

Uno quiere pensar que esta tercera entrega amén de estirar el ordeño de la burra es un capricho consentido de Stahelski para lucirse con un abanico notable de peleas que dado el overbooking de las mismas acaba por repetir coreografías, tiros en la cabeza y demás parafernalia. Me aburro, que diría Bart Simpson.

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