Solía cantar nuestra, amada por unos y odiada por otros, Mary Poppins, aquello de: " Un poquito de azúcar toda purga endulzará". Y aquí hay mucho azúcar musical nostálgico con los hits de Elton para endulzar la purga de una vida repleta de frustraciones amorosas, traumas infantiles y adiciones a gogó. Elton John a sus 72 años ha sido lo suficientemente inteligente para saber que el lado oscuro siempre vende y atrae más que la luz brillante impostada y artificial. Por otro lado su genialidad como compositor y estrella del rock le bastaba y sobraba para dejar sus sombras en algo meramente anecdótico. No obstante esa autoconfesión de sus debilidades a aupado a la cinta un escalón por encima del biopic de Freddie Mercury aprovechando su rebufo y firmado en última instancia por el propio Fletcher después de que Brian Singer abandonara el proyecto.

El auténtico Reginald Kenneth Dwight seguirá parapetado tras la máscara de Elton John. Máscara que Taron Egerton luce con brillantez en un musical apañado por donde orbitan de forma demasiado esquemática aquellos que fueron algo en la vida del artista. Dexter Fletcher se marca algunas piruetas narrativa efectistas y en general se apunta un tanto después de su primer intento con Mercury. Todo lo demás es brillo y oropeles tan variopinto como las gafas de Elton. 

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