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Voto de NAPS:
4
8,0
63.361
Intriga. Comedia. Drama. Thriller
Tanto Gi Taek (Song Kang-ho) como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo (Choi Woo-sik), empieza a dar clases particulares en casa de Park (Lee Seon-gyun), las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles. (FILMAFFINITY)
14 de junio de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película en la que básicamente se nos llama a todos cucarachas. No, perdón, a todos no; a los que tienen dinero no. Y ese es el principal problema de la película. El arco argumental se basa en la disposición o no del dinero no para conseguir una trama sino para adecuar una ideología. Podrías rodar una comedia con las herramientas de la que se compone la comedia, o un drama, o una película de acción, etc. pero el gran peligro de mezclar los géneros a la ligera es que al final lo que tienes es una fábula que, lejos de cumplir con lo que prometía al principio, desencadena en el espectador una terrible sensación de realidad con un fuerte principio moralizante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No pasaría nada si la película concluyera con un tono jocoso y divertido fruto de su género, pero no es así. Termina de la peor de las maneras posibles, como cuando todo resulta ser un sueño en Los Serrano o en Doraemon. La película no viene a decir que si no tienes dinero no vas a tener un trabajo digno y por ende, vas a ser una cucaracha; la película afirma que YA ERES UNA CUCARACHA y que además de eso, por si fuera poco, las cucarachas son MALAS. Es decir, si no tienes dinero, nunca podrás ser una buena persona.
Con todo, además de ese leitmotiv, resulta que estamos ante una película oriental que reniega de lo oriental para "ELEGIR" un modo de vida, occidental y capitalista al límite. Esto no es algo que se deje entrever debido a una astuta sucesión de imágenes con sentido, no. Esto es algo que la película elige deliberadamente. El sistema que elige para mostrarnos su trama es básicamente un sistema de vida de alto estatus europeo. No hay nada coreano en el film, lo que hace pensar en cómo se ha elegido todo el “trasfondo”. Una casa de estilo europeo, con una familia tipo ejecutiva con problemas derivados de un tardocapitalismo hiperconsumista que tiene su origen en EEUU, justo donde se crían los dudosos profesionales que les van a ayudar a superar sus crisis identitarias. Los coches son un Mercedes y un Range Rover. La música que suena son piezas de música clásica europea y hasta el atrezzo de la casa es completamente occidental, incluyendo vajillas, muebles, obras de arte y hasta las mesas de teca del jardín. La fiesta de cumpleaños podría haber sido sacada de cualquier melodrama diario que se de en alguna Boadilla del Monte o Aravaca, con sus asistentes engalanados y sus orquestas de cámara… en fin. Cuando haces una película, has de elegir todo lo que se va a ver en ella, y por ende, existe una responsabilidad para con lo que has elegido, nada sucede o se deja al azar.
Para más inri, cuando se revende la casa, la compra un atareado ejecutivo alemán como queriendo no dejar títere con cabeza. Guiño a la bandera suiza en la nevera en la que, como en una caja fuerte radicada en algún paraíso fiscal, se guarda la comida a la que la cucaracha solo puede acceder arrastrándose en la oscuridad. Es insultante que el final encadene ese monólogo del padre de “es mejor no hacer planes” con una idea que parece que te está diciendo: no sueñes, no hagas planes, no lo intentes, no vas a lograr salir de tu vida de cucaracha.
Da la sensación de que la película ha sido rodada para agradar a esas clases medias/altas con poder y ese rancio barniz hipercultural que se sienta en las academias de cine y en los bares de moda a debatir sobre los problemas de lo que Ernesto Castro llama la izquierda divagante. Cosas de occidente, vaya. Más que una burla al sistema de vida occidental y capitalista, con la que no puedo estar más de acuerdo, me siento insultado como parte de una clase trabajadora a la que se le niega, no una forma de vida o un estatus, sino que pueda albergar, en mitad de esta locura turboconsumista, una mera IDEOLOGÍA.
No sé vosotros, pero yo NO SOY UNA CUCARACHA.
Con todo, además de ese leitmotiv, resulta que estamos ante una película oriental que reniega de lo oriental para "ELEGIR" un modo de vida, occidental y capitalista al límite. Esto no es algo que se deje entrever debido a una astuta sucesión de imágenes con sentido, no. Esto es algo que la película elige deliberadamente. El sistema que elige para mostrarnos su trama es básicamente un sistema de vida de alto estatus europeo. No hay nada coreano en el film, lo que hace pensar en cómo se ha elegido todo el “trasfondo”. Una casa de estilo europeo, con una familia tipo ejecutiva con problemas derivados de un tardocapitalismo hiperconsumista que tiene su origen en EEUU, justo donde se crían los dudosos profesionales que les van a ayudar a superar sus crisis identitarias. Los coches son un Mercedes y un Range Rover. La música que suena son piezas de música clásica europea y hasta el atrezzo de la casa es completamente occidental, incluyendo vajillas, muebles, obras de arte y hasta las mesas de teca del jardín. La fiesta de cumpleaños podría haber sido sacada de cualquier melodrama diario que se de en alguna Boadilla del Monte o Aravaca, con sus asistentes engalanados y sus orquestas de cámara… en fin. Cuando haces una película, has de elegir todo lo que se va a ver en ella, y por ende, existe una responsabilidad para con lo que has elegido, nada sucede o se deja al azar.
Para más inri, cuando se revende la casa, la compra un atareado ejecutivo alemán como queriendo no dejar títere con cabeza. Guiño a la bandera suiza en la nevera en la que, como en una caja fuerte radicada en algún paraíso fiscal, se guarda la comida a la que la cucaracha solo puede acceder arrastrándose en la oscuridad. Es insultante que el final encadene ese monólogo del padre de “es mejor no hacer planes” con una idea que parece que te está diciendo: no sueñes, no hagas planes, no lo intentes, no vas a lograr salir de tu vida de cucaracha.
Da la sensación de que la película ha sido rodada para agradar a esas clases medias/altas con poder y ese rancio barniz hipercultural que se sienta en las academias de cine y en los bares de moda a debatir sobre los problemas de lo que Ernesto Castro llama la izquierda divagante. Cosas de occidente, vaya. Más que una burla al sistema de vida occidental y capitalista, con la que no puedo estar más de acuerdo, me siento insultado como parte de una clase trabajadora a la que se le niega, no una forma de vida o un estatus, sino que pueda albergar, en mitad de esta locura turboconsumista, una mera IDEOLOGÍA.
No sé vosotros, pero yo NO SOY UNA CUCARACHA.