Nicole Kidman protagoniza este peculiar mejunje de misterio y comedia negra en el que se pone en la piel de una mujer poderosa en lo profesional que se traslada con su opacado marido (Broderick) a Stepford, un barrio idílico donde todas las mujeres exitosas se convierten en sumisas de sus maridos sin capacidad de pensar; en rubias esculturales siempre sonrientes, siempre robóticas y nunca díscolas.

Frank Oz consigue un film realmente entretenido (eso no puede negarse), con una evolución de ritmo acelerado en su misterios (el metraje apenas dura hora y media) donde siempre están sucediendo hechos de interés en la trama (aunque a costa de un tratamiento argumental bastante limitado), con una realización precisa, una ambientación de esplendorosos paisajes y casas pastel tan estrambóticos que logran el tono bizarro que se pretende, y unas actuaciones bastante buenas a nivel general (Kidman y Close no disgustan, y Midler y Bart resultan tan desenfadados y descarados como cómplices y divertidos)... pero el problema de "Las mujeres perfectas" es que desperdicia tontamente su potencial de sátira social INTELIGENTE... y probablemente por ello se esperaba mucho más de lo que ofrece en cuanto a crítica machista/feminista se refiere.

"Las mujeres perfectas" es un producto episódico y anecdótico que aprueba a nivel de entretenimiento no dando lugar al aburrimiento; ya que resulta amablemente distraido, muy concreto y, a ratos, incluso hasta divertido (durante el segundo tercio del film hay algunas travesuras realizadas por un trío vecinal con las que se echan algunas risas). Pero el film suspende a nivel de crítica social aguda. Y es una lástima teniendo para manejar un tema de tal embergadura y complejidad como el de los roles (¿sociales o instintivos?) de cada género humano, con la incapacidad de ciertos "machos" de resignarse por amor a cierta inferioridad en el campo profesional respecto a su cónyuge (y viceversa, claro está) o la ridiculez de la mujer superficial. Pero "Las mujeres perfectas" es incapaz de ofrecer una sátira tan compleja como el tema que trata, su sarcasmo nunca es inteligente y profundo y se ve reducido a un infantilismo que llega a cotas de vergüenza ajena. Y es que el film carga contra todos (contra el hombre calzonazos (al que denigra en exceso, de forma injustificada y con muy mal gusto), contra la mujer objeto, contra la mujer trabajadora, etc.) pero de una manera tan simplista que roza lo ridículo (y lo necio) en algunos puntos.

Son esos pequeños puntos de sátira fallida e ingominiosa (que producen algo de asqueo) los puntos negros del film... pequeños puntos que no impiden un entretenimiento con bastante empuje gracias o un misterio excéntrico y bizarro, a una envoltura extravagante y característica de Oz (que puede gustar más o menos, pero que no deja de resultar bastante singular) y a un pequeño puñado de actuaciones con el suficiente tirón.

Lo mejor: ...