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España España · MADRID
Voto de Spark:
6
Drama Basada en una historia real. En 1998 Maria Altmann (Helen Mirren), una mujer judía que huyó de Viena durante la II Guerra Mundial, regresa sesenta años después para reclamar las propiedades que los nazis confiscaron a su familia, entre las que se encuentra el célebre 'Retrato de Adele Bloch-Bauer I', de Gustav Klimt . Un joven abogado (Ryan Reynolds) la ayudará en su lucha con el gobierno austriaco y la Corte Suprema de los Estados ... [+]
16 de abril de 2023
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Correcto drama basado en hechos reales el que nos presenta Simon Curtis en su segundo (y mejor hasta la fecha) largometraje para la gran pantalla.

Inspirado en la restitución de la obra de arte del título del film ("La dama de oro", Retrato de Adele Bloch-Bauer por Gustav Klimt), el largo nos relata la batalla judicial (e interior) que libra María Altman (Helen Mirren) y su abogado (Ryan Reynolds) para que el gobierno de Austria le devuelva la pintura que perteneció (y fue pintada gracias) a su familia... una batalla que le hará revivir el trauma de cuando los nazis entraron en su casa de Viena para apresar a su familia por ser judía.

Así, la cinta entremezcla flashbacks dramáticos sobre la discriminación y el abuso sufridos (junto con las huídas y argucias para evitar un destino mortal) y los conecta con el presente de la cinta (el 2004) de viajes vieneses y litigios de "David contra Goliat" para hacer justicia.

Admito que los dramas judiciales me pierden siempre que se narren con la fuerza, las argucias, los giros y la ilustración que merecen casos tan relevantes (reales o no). Y "La dama de oro" en ese aspecto se queda un poco timorata (y por ello no llega a estandartes del género como "Legítima defensa" (1997), "Negación" (2016), "El informe Pelícano" (1993), "Cuestión de justicia" (2020), "55 pasos" (2017), "Una cuestión de género" (2018) o "El cliente" (1994)), pasa algo de puntillas y redunda ya sea en el drama del Holocausto bastante trillado (aunque igualmente relevante en su propuesta) o en los continuados obstáculos con los que se topan estos protagonistas en el proceso judicial. El guion no es en ningún caso malo, pues mantiene un realismo natural en los acontecimientos (que, como relato ficcionalizado que es el conjunto, pudo agradecer más arrojo en su drama o más intrigas en la demanda), edifica a sus personajes con delicados matices, trata su potente temática con dignidad y elegancia en todo momento, y nos hace cómplices y nos desahoga con sus notas de humor fino en sus personajes.

El problema de "La dama de oro" reside principalmente en el ritmo monocorde que imprime Curtis a la narración. Y es que la cinta no mide con tino sus momentos (salvo muy contadas ocasiones), se pasa un pelín a la hora de alongar escenas y eso hace que el conjunto baje enteros (y que incluso el público adulto al que va dirigida llegue a aburrirse en varias de sus situaciones). Tampoco se sabe hacer un uso de la banda sonora ensalzador que de energía a sus instantes. Todo esto es algo que ya sufría "Mi semana con Marilyn" (2012)... pero allí se notaba más por culpa de una temática y un guion catastróficos.

No es el caso de "La dama de oro" que cuenta con una temática jugosa e interesante, y con un desarrollo competente (que no brillante). El film además posee una enorme virtud resumida en dos palabras: Helen Mirren.

No es algo que sorprenda a estas alturas de la actriz de Londres, pero Mirren vuelve a engrandecer un rol que sin ella a los mandos sería mucho peor. Mirren aporta unas sutilezas dramáticas cautivantes (ojo a como esa frialdad superficial esconde una autocondena personal, y ojo a ese orgullo tan profundo, marcado a fuego tras lo vivido en cuestión de humillación) y una ironía innata que acerca a la audiencia de forma inmediata. Reynolds como ingenuo idealista y algo torpe le pona una contrapartida muy sólida, pues hace de su papel un ser natural con el que se viaja tanto simbólica como literalmente en ese conocimiento de sus raíces. El resto del reparto cumple con oficio, pero sus papeles son meramente testimoniales (Daniel Brühl y Katie Holmes incluídos. Aquí no tienen los caramelos de "Dawson crece" (1998-2003), "Rush" (2013), "Batman Begins" (2005) o "Malditos bastardos" (2009) entre otras).

La fotografía de la cinta es oportuna, gustosa por momentos gracias a como aprovecha (con unos paneos y unos cenitales muy agradecidos) los paisajes urbanos de una ciudad tan bella como es Viena (recomedable visitarla al menos una vez en la vida)... mientras que en el resto de escenas que Curtis limita al plano/contraplano hay una medida saturación del color (más baja en los flashbacks) de lo más admisible. Pero la fotografía de "La dama de oro" no aporta un uso de filtros sobresaliente sino que lega todas sus virtudes a la producción artística de escenarios exteriores e interiores de los más atractivos.

Así pues tenemos una película buena y conveniente, a la que se pudo pedir algo más a nivel de desarrollo argumental y de dirección, pero que ofrece un relato competente en su conjunto. En un primer visionado atrapa por el tino de su propuesta argumental, su elegante ambientación y sus actuaciones... pero en una revisión se evidencia ese tempo errático típico de Simon Curtis. Es un film recomendable a los aficionados a los dramas históricos atildados (esto no tiene el desagarro arriesgado y necesariamente incómodo de "La lista de Schindler" (1993), sino que más bien se orienta a la propuesta ambientada en el nazismo de "El lector" (2008), "El instante más oscuro" (2017), "La ladrona de libros" (2013) o "El discurso del Rey" (2010)) a los thrillers judiciales (aunque no estamos ante una cinta del nivel de "El cliente", sino ante un "Aguas oscuras" (2019) o "Erin Brokovich" (20009... que no está nada mal) o a los fans de Simon Curtis (que los habrá) o de Helen Mirren (que de éstos hay más, y no sin razón).

Lo mejor: El tour de force de Hellen Mirren (como suele ser habitual en ella, una intérprete capaz de transformar un concurso cutre como "Harry Potter y el Torneo de las Casas de Hogwarts" (2021) en todo un relevante acontecimiento).
Lo peor: La dirección de Simon Curtis a la hora de medir el ritmo de cada escena.
Spark
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