Kieslowski se despidió con una gran película, o mejor dicho, con una gran e inolvidable trilogía basada en los colores de la bandera francesa.
Desconocía por completo la filmografía de Kieslowski hasta que vi el primer capítulo de su Decálogo, en ese momento me cautivó su cine, desde entonces siento un gran interés por su filmografía pues ésta refleja un profundo conocimiento sobre el alma huma.

A veces le comparo con Bergman pero Kieslowski es más poético en su narración y Bergman mucho más sobrio, simplemente uno es nórdico y el otro eslavo, un eslavo de la época comunista, cosa muy diferente.

Kieslowski cierra su trilogía con el color Rojo, qué despedida.
El director polaco tenía mucho que decir y lo dice, su visión del ser humano y sobre su existencia quedan reflejadas en esta inolvidable trilogía.

Es difícil escribir en una sola página sobre una película tan compleja pues no solamente se habla de la casualidad del azar de la vida sino de como estos momentos pueden marcar nuestra vida al completo, un momento puede ser el definitivo de toda nuestra carrera y nuestra vida y así lo refleja Kieslowski en esta trilogía pero sobre todo en esta tercera película.

Rojo habla del alma humana, de sus carencias, de sus virtudes, de su bondad, del amor, del odio, de la angustia, de su conciencia y de como ésta puede marcar todos nuestros actos futuros.
Uno esperaba que la película tuviera la poesía de Azul con sus colores y un silencio intenso pero no es así, Rojo es una película íntima, donde se habla pero lo justo y necesario y donde cada frase tiene un valor y un significado.
Azul es una película poética, Blanco, realista y con Rojo mezcla ambas películas para hacer una síntesis de la trilogía.