Woody Allen es un director con una gran trayectoria y evolución a lo largo de tantos años ha hecho ya casi cincuenta películas y de todo tipo, tocando diferentes estilos, géneros, actores, actrices y nacionalidades pero sobre todas sus películas tienen un punto en común, Woody Allen, se nota al momento cuando es una de sus películas y alguno de sus diálogos, simplemente es él.
En estos momentos quiere recrear su película como una de esas de los años treinta, de esas películas en blanco y negro con una ambientación muy expresionista y lo consigue y a veces muy bien pues si hay algo que destacar de esta película es su fotografía y luz, a ello se debe el título.
Entre callejuelas en una isla perdida llena de niebla y oscuridad se desarrollará la acción de esta película donde Allen volverá a indagar en las relaciones sentimentales de las parejas, los celos, la infidelidad, la lujuria además de que plantea de manera fugaz temas como la muerte, la religión, la iglesia católica…esos temas que tanto le hacen romperse la cabeza a nuestro pequeño gran Allen.
Allen utiliza una vez más su guión como manifiesto de sus ideas sobre la vida y las relaciones amorosas, no profundiza tanto como en otras pero da a su película ese toque ingenioso.
La película presenta una serie de caras famosas que aparecen y desaparecen, desde Malkovich hasta Madonna pero esta vez vuelve a aquella que fue su musa y daba ese toque melancólico e inocente a sus películas, Mia Farrow.
Con un asesino de por medio y trucos de magia, Allen homenajea a su mago por excelencia, ya sabemos que Allen no solamente escribe y dirige bien, tiene otras tantas aficiones que siempre muestras en sus películas.
No es sin duda una obra maestra de Allen pero te hace pasar un buen rato y de vez en cuando aparece alguna que otra buena risa.