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España España · Madrid
Voto de Socrates:
5
Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
2 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película pretende reflejar un futuro conflicto entre la cultura de la sociedad humana actual con una cultura alienígena en un planeta lejano. Ahí está precisamente el principal fallo de la película: las trazas de las que está formada esa supuesta cultura alienígena son perfectamente reconocibles. ¿Qué son estos supuestos alienígenas? Pues unos indios iroqueses o delaware o hurones ecologistas e internautas y con estética antisistema. ¿Son estos los alienígenas? En realidad son más terrícolas que el Fary. Ahí es donde entra el oportunismo de la industria cinematográfica: la película acaba reflejando en realidad un conflicto interno y muy de actualidad entre los propios seres humanos, y además expresado en términos manifiestamente maniqueos. Por cierto, hay algo muy desconcertante en el hecho de que una película que ha costado 300.000.000.000$ transmita valores anticapitalistas. A esto hay que añadir que las raíces de los malos también están claras: el malo malísimo es un George Bush con cachas, cicatrices y los braulios más incombustibles que se han visto últimamente en la gran pantalla. En definitiva, el oportunismo se ha comido la mitad de la película. Si a eso añadimos que la otra mitad se la ha comido una burbuja inflacionista de efectos visuales, a menudo innecesarios, ¿qué nos queda? ¿Es Avatar realmente una película? No lo es, es un producto netamente económico y diseñado enteramente bajo criterios económicos de rentabilidad. Cada cosa que aparece en la película, cada giro del guión, cada idea ha sido el resultado de un concienzudo cálculo de Return on Investment. ¿Es esto arte? En todo caso, arte económico, pero cinematográfico... nones.

Aparte de esto una pequeña reflexión: la película pretende que el público simpatice con unos alienígenas maltrados por los seres humanos y tome partido en su favor en el conflicto que se desencadena ellos y nosotros. Sin embargo, para hacerlo, tiene que darles un aspecto físico manifiestamente humano (y una cultura también). Lo que les diferencia de los humanos son casi todo mejoras: son altos, esbeltos, delgados, están cachas y tienen un color azul claro muy favorecedor. Cameron no ha querido correr ningún riesgo con el aspecto de los alienígenas porque se exponía a que el público no tuviera la empatía que la película necesitaba, si en lugar de estos atractivos alienígenas suyos, ponía, por ejemplo, unas enormes cucarachas. Lo cual me lleva a una reflexión: si en nuestra futura exploración del espacio, nos topamos con otros seres racionales, pero más atrasados, que tuvieran el aspecto de grandes babosas que echaran espumajos al hablar ¿qué pasaría? Cameron no se ha atrevido a decir la verdad y ha tenido que recurrir a convertir a los alienígenas en humanos idealizados, para que el público pudiera empatizar con ellos. Habría sido un magnifico experimento social haber puesto a prueba lo contrario: cómo reaccionaría el público ante el mismo conflicto pero con seres alienígenas con aspecto verdaderamente alienígena, es decir, extraño. Pero entonces, no habría sido una película rentable. Demasiado riesgo, porque el resultado, la empatía que se buscaba con los alienígenas, bien podría no haber aparecido. Lo cual también nos da la clave de lo que sucederá en ese futuro conflicto entre humanos y verdaderos alienígenas más atrasados, racionales pero monstruosos. Por muy racionales que fueran, que no lo dude nadie, los exterminaremos. Mucho tendría que cambiar la humanidad para que eso no sucediera... Y la película de Cameron es la prueba: el ser humano no empatiza con el fondo, empatiza con la apariencia. Y por la misma razón, resulta mucho más rentable hacer una película visualmente espectacular que una profunda e inteligente.
Socrates
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