Hace tiempo que quería echarle el ojo a esta cinta de Fincher. Había oído críticas dispares aunque tirando más hacia el lado negativo por lo que esperaba que me fuese a gustar menos que Seven pero la verdad es que ha estado a la altura de las expectativas y más.

Una de las cosas que más me ha gustado de la película es que no es un film de suspense al uso sino que aprovecha cada momento tanto para definir como profundizar en los personajes (las imágenes de estilo antiguo sobre la infancia del personaje de Douglas que se intercalan durante la película; recurso manido y tipiquérrimo hasta el hartazgo pero resultón en la película).

A destacar está también la atmósfera, algo en lo que Fincher es más que experto; el buen uso de la música, la iluminación, los movimientos de cámara y los escenarios no hacen sino que nos metamos de lleno en el juego del que Van Orton está formando parte. Bestial (aunque manida también) la escena en la que nuestro millonario entra en su casa para descubrir graffitis por doquier y música hippiesca a todo volumen.

La trama no deja de dar vueltas de un lado para otro pero sin perder el rumbo de la historia en ningún jodido momento. Mentiras y mentiras de las mentiras; cuando uno cree que ya sabe quién es quién en la película aparece una nueva escena que cambia las tornas y hace dudar. Bonísimo el final aunque no sé si hubiese preferido que se quedase en la antesala del mismo para así dar a la película un tono agridulce en vez de el feliz final que tiene. Pero aún así el final es digno de la película y la explicación a todos los hechos es convincente, cosa que se agradece, ya que en este tipo de películas donde meten tanto misterio al final se les va de las manos y o no se explica o la explicación es absurda; en este flm, sin ser una revelación tampoco, el final deja totalmente satisfecho.

En la interpretación por otro lado nos encontramos con unos Michael Douglas y Sean Penn pletóricos (aunque se echa de menos que haya más apariciones de éste último) así como una Deborah Kara Unger desconocida para mí que aunque no ha terminado de convencerme sí que ha estado a la altura de su personaje.

Y por último (aunque no por ello menos importante) el mensaje. En el film se plantean varias cuestiones interesantes como la fragilidad de los poderosos y cómo se podría hacer cambiar a estos; las relaciones familiares, la redención, el volver a los orígenes, entre otras.

En fin, una película que realmente lo tiene todo (o casi) sin llegar a la categoría de obra maestra y, a mi parecer, una de las olvidadas de Fincher (y mira que es raro, porque su filmografía no es que sea especialmente extensa). Así pues, ea, de visionado recomendado.