Una película que pretende intrigar al espectador, pero sólo aburre. Un guión que desea disfrazarse de original, pero naufraga en sus propios errores, decepcionando al espectador con un absurdo inconcluso. Una historia que pretende venderse como profunda, pero que sólo acaricia la superficie. Bueno, en realidad lo superficial. Porque sí, la estética, la música, los escenarios, la fotografía. e incluso las actuaciones, fueron espléndidos. Pero después de prometer un final por todo lo alto, se queda en una mierda existencial.
Un grupo de amigos que no se soporta se reúnen para recordar los viejos tiempos. Que tampoco fueron tan buenos. Y a partir de ese momento, nos cansan con las desventuras de un profeta demente. El profeta hizo esto, le hicimos esto al profeta. ¡Cuidado! El profeta nos quiere muertos porque es agresivo. Desde luego, tanto por la frase que aparece en su cartel como por su inicio, nos promete una de esas películas en las que los protagonistas mueren uno por uno. Sólo que sin sangre, sin gritos, sin sustos... sin carisma.
Simplemente, se desvanecen. Y Maribel es la única que sabe cómo, porque se llevó el secreto a su tumba. Aunque pienso que nadie notará la ausencia de sus personajes. Por mucho que se empeñen en sugerirnos un pasado misterioso e interesante, sus vidas son huecas. Sólo vemos marionetas huyendo de un lado hacia el siguiente. Y por supuesto, en otras películas huyen del psicópata de turno, pero es que en ésta no queda humanidad. Así que huyen de unos perros con mal carácter, en una de las peores escenas que ha parido el cine internacional.
Por otra parte, espero que la película haya sido concebida como una especie de metáfora. Porque la inexplicable extinción de la humanidad es irrisoria, teniendo en cuenta que los animales se adueñan de la ciudad, con león incluido. ¿Qué son los humanos si no son animales? De acuerdo, seamos optimistas y digamos que es una metáfora mediocre sobre los grandes interrogantes de la humanidad. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? Igualmente, es aburrida y carece de toda emoción. Desde Perdidos, no me había sentido tan estafada.