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Voto de Chris Jiménez:
6
Comedia Cuando el director de una importante empresa se suicida, todos los accionistas se ponen de acuerdo y elaboran un plan para obtener los mayores beneficios posibles: se trata de poner al frente del consejo de dirección a alguien fácilmente manipulable. Todo parece sencillo hasta que entra en escena Amy Archer. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2018
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Seguramente estemos ante, sino la que más, por lo menos sí una de las más infravaloradas obras de Joel y Ethan Coen. Pero con esta pareja de cineastas ya se sabe, uno no puede esperarse nada, ni bueno ni malo, simplemente dejarse llevar.
Pues siempre han conseguido sorprenderme, con cada uno de sus films. Sin embargo en esta ocasión, y sintiéndolo mucho, no puedo pasar por el aro.

Esta historia fantástica y ensoñadora de ascenso y caída en el mundo de los negocios se sitúa a finales de los '50, cuando el repentino suicidio de uno de los empresarios más poderosos de New York, Warin Hudsucker, coincide con la llegada a la ciudad de Norville, un joven lleno de ilusión y esperanza recién salido de Indiana que decide probar suerte a lo grande, y con una ingeniosa idea que cambiará el mundo, algo revolucionario. Pero este ingenuo y cándido muchacho debe de empezar desde lo más bajo, haciendo de mensajero.
Su vida pegará un giro de la manera más inesperada cuando uno de los despiadados directores de la empresa, Mussburger, le nombre presidente, una estrategia muy sagaz, pues el comité necesita un pelele para provocar una depresión en el mercado y luego controlar las acciones de Hudsucker. Lo que no saben esos buitres es que Norville es más listo de lo que parece, y su gran idea parece que va a ser todo un éxito; mientras tanto se verá engatusado por Amy, una inteligente periodista empeñada en averiguar qué se traen los ejecutivos de Hudsucker entre manos.

La idea del film se remonta a 1.981, antes de que los Coen cambiaran el concepto de cine independiente gracias a su brutal y amargo debut, una época en la que Joel aún curraba como asistente de edición en "Posesión Infernal"; fue esa buena relación con Sam Raimi lo que propició la creación del guión, trabajo conjunto entre este último y los hermanos. La intención del trío era rendir tributo al cine de humor y sátira del Hollywood de los '40 y los '50 y a aquellos directores que lo practicaron, teniendo de referencia a genios del género como Frank Capra, Howard Hawks o Preston Sturges (ídolo de Ethan y Joel), y ubicando la acción en el cambiante y peligroso mundo empresarial.
Sería una hazaña realizar tan ambicioso y trascendente proyecto, más aún cuando los Coen no tenían ni un duro para ello. Diez años después, tras esa maravillosa rareza de su filmografía que es "Barton Fink", se vieron por fin preparados para afrontar una producción de tal envergadura; la suerte les sonrió cuando Joel Silver se interesó por el guión, convenciendo a los de Warner Bros. y dejando a los hermanos total libertad creativa para desplegar su imaginario.

Hay que ver lo creíbles que pueden ser las comparaciones entre realidad y ficción, ya que la situación de los Coen se asemeja bastante a la del protagonista de su película, quien pasa de estar de lo más bajo a lo más alto y posteriormente fracasando por culpa de una serie de errores, lo que podemos atribuir a los nativos de Minnesota: de hacer peliculitas independientes (ojo, clasicazos) a abordar una gran producción como la que nos ocupa, pero estampándose irremediablemente en taquilla...y es que "El Gran Salto" no es para todos los gustos, como se puede creer de manera errónea al principio. Eso sí hay que admitirlo, sorprendente comienzo, con una magnífica secuencia de apertura seguida de un momento ácido e hilarante (el suicidio de Hudsucker) puramente "coenianos", redondos...la pega es que el resto no se mantiene al mismo nivel.
Joel y Ethan ponen de su parte para ofrecernos una historia compleja, que explora el consumismo en la década de los '50 y el ascenso a la cumbre y descenso a los infiernos en el mundo empresarial norteamericano, agujero lleno de gusanos que te devoran en un santiamén, todo narrado en forma de sátira aderezada con disparatados "gags" que discurren velozmente a través de una trama a veces frenética, a veces inundada de melodrama, pero manteniendo un toque ensoñador y experimental, no muy lejano, visualmente hablando, del que Gilliam imprimió en "Brazil". Aunque lo más notable del film son la retahíla de influencias venidas del cine clásico.

Bien presentes están las de Preston Sturges y sus "Navidades en Julio" y "Los Viajes de Sullivan", o las de Capra, con unos protagonistas que parecen sacados de "Qué Bello es Vivir". La huella de Hawks se deja ver en el personaje de Amy, que remite al de aquella reportera encarnada por Rosalind Russell en "Luna Nueva", mientras que la parte dramática recuerda a la de "La Torre de los Ambiciosos", firmada por Robert Wise, cuya premisa es bastante similar.
El atolondrado Norville, al que da vida un espléndido Tim Robbins, responde al perfil de "héroe" típico de los Coen: joven de buenas intenciones con grandes esperanzas que sólo ha tenido mala suerte, pero que hace lo posible por mejorar. Una sensual Jennifer J. Leigh trae recuerdos de aquellas divas de los '50, mordientes, de habla rápida, seguras de sí mismas; como antagonista tenemos a un, como de costumbre, soberbio Paul Newman (en papel que casi hace Clint Eastwood), y con él a Jon Polito, Steve Buscemi y Charles Durning, regulares de los directores, junto a Bruce Campbell y el genial Bill Cobbs.

Memorables personajes, fascinante estilo visual y unos trece minutos finales que descolocan. Lo malo es que, quizá por el ritmo, quizá por lo poco sustancial de su trama o quizá porque los protagonistas se hacen irritantes por momentos, la película acaba por cargar, desconcertar y, en última instancia, aburrir.
Interesante de descubrir, aunque no se va a quedar entre mis favoritas de los Coen. Por ahora voy a dejarla por debajo de "Crueldad Intolerable", pero, ¿quién sabe?, puede que cambie de opinión tras un segundo visionado.
Chris Jiménez
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