El profesor Henry frankenstein (Colin Clive) ha sobrevivido al incendio del molino, así como su creación (Boris Karloff) a quienes todos daban por muerto. Pero la criatura sigue sembrando el pánico allá donde va. Henry vuelve a encontrarse con su amada Elizabeth (Valerie Hobson) y olvidarse de una vez para siempre con su enloquecido experimento de reanimar a los muertos, pero la irrupción del doctor Pretorius (Ernest Thesiger) le pondrá entre las cuerdas cuando le propone atraer a la criatura con una creación femenina, dispuesta a tal fin de que el Monstruo tenga una compañera.

James Whale extrajo todo el jugo de la novela de Mary Shelley en esta continuación obligada de su primer film sobre el Prometeo Moderno, rodado en 1931. Claramente lo constata en esa brillante introducción en que nos presenta a Mary Shelley (Elsa Lanchester) justificando su novela ante su marido Percy (Douglas Walton) y el también poeta Lord Byron (Gavin Gordon) y convenciéndoles de que, al fin y al cabo, su obra no era tan cruel como así lo habían reflejado la mayoría de los críticos literarios de su época, cuando “Frankenstein” se publicó. Y sentencia claramente la necesidad sobrehumana del amor… De la compañía para el inhumano e incomprendido monstruo; una compañera.

El protagonismo es para Elsa Lanchester, reina de reinas del grito, nos recompensa también con su caracterización de “novia”; pelos electrificados de punta para arriba, robóticos movimientos espasmódicos y articulados, cejas en alza y unos gritos, qué gritos…