Edgard Wright es uno de los directores de cine más talentosos del panorama actual. Un cinéfilo consumado que domina con bastante acierto el manejo de la cámara y el ritmo de sus películas. Baby Driver es una cinta de robos y atracos que tiene unos cuantos grandes referentes en los que mirarse, pero que sin embargo resulta tener identidad propia y funcionar por sí misma e ir más allá del homenaje.

Es cierto que la cinta se apunta al reclamo de la música nostálgica como banda sonora, pero aunque sea un efecto ya mil veces visto, en esta película la música llena de sentido las escenas, e incluso el ritmo de la cinta va a la zaga del de la música. Consigue Wright usar la música endógena como un elemento clave dentro de las persecuciones trepidantes a las que se lanza Baby, el protagonista, y como esa música que los personajes están escuchando, es la misma que nosotros oímos, la banda sonora seleccionada por el protagonista de la cinta y con la que desenvolverse más a gusto en sus aventuras.

El montaje de la película acompaña a la dirección en lo frenético y trepidante de las escenas de persecución. Haciendo que el ritmo no decaiga en ningún momento de la película y la acción no decaiga ni por un momento. Es todo un acierto el reparto que compone la cinta y Ansel Elgort en su papel protagonista despunta enormemente como joven promesa cinematográfica y mantiene el tipo ante actores de la talla de Jamie Foxx y Kevin Spacey

La trama de la película es similar a la de otros trabajos de Wright, pero no veo eso un inconveniente, quien conozca la fantástica trilogía del Cornetto y Scott Pilgrim vs The World irá advertido a lo que va a ver. Y quién no conozca la obra previa del director/guionista de la película se va a encontrar con una trepidante película de robos y atracos, coches a toda velocidad y música nostálgica cañera.

Todo un entretenimiento de buena calidad y absolutamente recomendable.