Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama Primera Guerra Mundial (1914-1918). Una obra sobre la camaradería y las relaciones humanas que retrata el día a día de unos prisioneros franceses en un campo de concentración alemán durante la Gran Guerra. Nada más llegar al campo, dos oficiales de la aviación francesa se enteran de que sus compañeros de barracón están excavando un túnel para escapar de allí. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
01(03/01/14) Jean Renoir nos regaló un conmovedor canto al entendimiento entre las personas, obra Universal envuelta en entrañable humanismo, film sobre la guerra donde no hay batallas, un par de disparos y un solo muerto. Orson Welles aseveró <Si tuviera sólo una película en el mundo para salvar, sería 'La gran ilusión’>. Fue el primer film de habla no inglesa ganador del Oscar.

Jean Renoir fue aviador en la Gran Guerra en el bando galo, Jean Gabin lleva su verdadero uniforme militar, allí conoció al piloto Pinsard, As de la aviación que estuvo preso en un campo de prisioneros alemán, mezcló sus experiencias y las del As junto al guionista Charles Spaak (‘Los bajos Fondos’). El título proviene del libro homónimo del periodista, escritor y profesor Nobel de la Paz en 1933, el inglés Norman Angell, refería que la Guerra en Europa sería un hecho absurdo, obsoleto, iba en contra de los propios intereses económicos de los contendientes.

Es un drama potencialmente carcelario de gran intensidad, con mordaces dosis de humor, se hace un sutil fresco de la época y de lo absurdo de las guerras, el pretexto son las relaciones entre unos presos militares y sus captores, a través de esto se analizan las diferencias de clases que tanto marcaban este tiempo, por un lado el proletariado pujante, reflejado en Marechal, y por el otro están De Boeildieu y Von Rauffenstein, dos refinados aristócratas con más cosas en común entre ellos que con sus compañeros de nacionalidad, son la decadente imagen de un mundo que los devora, gente con un código moral caballeresco que se desmorona, será sustituido por la clase burguesa, estos nobles sienten que la Guerra es su deber y un orgullo participar en ella, su tiempo se apaga, la nostalgia por un tiempo que se evapora. Se hace una oda a la unión de los pueblos, se glorifica el entendimiento, un canto a la fraternidad y la amistad, tanto entre ‘enemigos’ como entre las diferentes clases sociales, alaba los valores humanistas derivados de la Revolución francesa, libertad, igualdad y fraternidad, no hay malos ni buenos en ninguno de los bandos, solo personas con sentido del deber que la guerra ha condicionado. El director imprime un halo de lirismo en muchas fases que hace emitir momentos conmovedores, convirtiéndose su Obra en un canto a la Esperanza, al que no pusieron oído los nazis que 2 años después del estreno del film provocaron la mayor de todas la Guerras.


Además sobresale por la valentía de arremeter contra el antisemitismo al dar protagonismo a un judío, Rosenthal, hijo pudiente de una familia banquera, al que muchos han visto paralelismos con los Rotschild, que se muestra generoso y desprendido, además de establecer una gran amistad con Marechal, personaje al parecer creado por Renoir para combatir la hedionda campaña de mala imagen que los nazis estaban creando de los judíos. Llama la atención como refleja el realizador el trato ‘luz de gas’ al que es sometido un oficial francés negro entre sus compañeros presos, le hacen el vacío, les habla y le ignoran, hiriente.

Es una cinta con momentos de los que se te quedan marcados y que han plagiado-homenajeado otros films: La caballerosidad de Von Rauffenstein tras derribar a sus enemigos invitándolos a almorzar, o el tramo de la excavación del túnel para escapar y como se deshacen del arena, algo ya muy visto, pero este es el primero en exponerlo, de hecho ‘La Gran evasión’ de John Sturgess lo copia, o cuando los presos galos y sus guardianes se excitan notoriamente al ver a un preso travestido de mujer para un espectáculo, esto de travestido es algo después utilizado en ‘Traidor En El Infierno’ de Billy Wilder, o cuando los prisioneros galos tras conocer una victoria de su ejército contra los germanos se pone a entonar ‘La Marsellesa’ frente a los guardias alemanes, algo plagiado en ‘Casablanca’ de Michael Curtiz, o cuando al ser trasladados de la prisión de Hallback los franceses se cruzan con los cautivos ingleses, reflejados como estirados flemáticos que portan como si estuvieran de vacaciones sus raquetas de tenis, o cuando Von Rauffenstein y De Boeildieu comparten melancólicamente batallitas del pasado tomando coñac amigablemente, hay más que relataré en spoiler.

La puesta en escena es de una gran elegancia y muy cuidada, transmitiendo veracidad, con un gran diseño de producción de Eugène Lourié (‘Candilejas’), gran recreación de las prisiones y de la idílica cabaña en los Alpes, realzado esto por la notable fotografía Christian Matras (‘Madame de…’) en glorioso b/n, dotando de gran profundidad a las escenas, en muchos casos largos planos-secuencias, como en la secuencia del espectáculo teatral, a lo que se suman unas bellas tomas de las montañas nevadas alpinas. La música es del húngaro Joseph Kosma (‘La Regla Del Juego’) acuna perfectamente el tono sereno del film, además se incluyen temas galos, alemanes y británicos, sobresaliendo la canción popular ‘Il était un petit navire’ (‘Había una vez un barquito’), que toca con su flauta De Boeldieu, también la cantan Marechal y Rosenthal durante su huida para emitir con sarcasmos su enorme hambre (el tema habla de un marinero, va a ser comido por otros a causa de la falta de alimentos) y el Künstlerleben (Artist's Life), Op.316 de Johan Strauss.

El elenco actoral es brillante, destaca un Colosal Eric Von Stroheim, al principio lo vemos orgulloso, soberbio, poderoso, pero en la segunda parte, ya herido es otro, un ser revestido de un poso de amargura que le dota de un tremendo carisma, es un caballero, un hombre de honor, el último romántico, un tipo que ve venir el fin de su clase, su lenguaje gestual apabulla, su mesura, su contención, extraordinario, crea un Icono del cine con su porte estirado, emite tristeza y personalidad incorruptible. Pierre Fresnay compone aun aristócrata de talante flemático, con distinguida imagen, teniendo una excelente química con Von Stroheim del que manan emocionantes escenas. (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow