El ocasional director de parte de la franquicia de terror sangriento “El Juego del Miedo”, Darren Lynn Bousman, retoma el papel para dar comienzo a una intrépida presentación que nadie pidió, respecto al recibimiento de la antecesora, pero con grandes sorpresas.

Chris Rock se coloca en la piel de un irascible y justiciero detective, hijo de otro miembro antiguo del equipo policial, interpretado por Samuel L. Jackson, que encuentra el cuerpo destruido y descuartizado en varios pedazos de un amigo y compañero de trabajo. Con ese punto de partida, emprenderá, vehemente e impetuoso, el camino hacia la verdad del asesinato y los posteriores más que refieren al primero.

Luego de haber observado con fastidio y decepción, incluso enojo, la última entrega, hasta aquel entonces, relacionada con la continuación de la dicha saga, al desayunarme con la llegada de un nuevo film que pretendía retraer esencias prístinas de un éxito como la 1 fue, omití demasiada información y miré con recelo y desidia el tráiler, el cual me llevó al vaticinio de una bazofia más. Debo reconocer, alegremente, que no fue así. Dentro de la hora y media de duración de la cinta, mi mente consiguió desprenderse del mundo real y dejarse llevar por la inclemencia característica de estas películas. Y sí, está muy lograda. Tiene elementos típicos y representativos únicos, como son la excelente banda sonora clásica, los veloces zooms con sus tradicionales efectos sonoros, el rebuscado giro final y la impredecibilidad del mismo, entre otros.

La dirección es óptimamente correcta y muy adecuada, con un director bien adaptado y conocedor de a lo que se enfrenta. No defrauda, nunca. Lleva un ritmo ágil y estridente, con buenas actuaciones, que ningunas sobresalen, y medida utilización de luces, sombras, colores y música. El guión no es perfecto, pero no es que el espectador fuese a esperarlo. En su desarrollo, genera intriga, ocasiona la construcción de hipótesis y entretiene, que es finalmente el principal propósito de todas sus predecesoras, exceptuando la octava (¿qué se quiso hacer ahí?). Agradable sorpresa me llevé, por la cual la recomiendo, para recordar viejos tiempos y pasar un buen rato.

Calificación: 7