Hay que reconocerle a Columbus el mérito de ser el director de la saga que mejor entendió el «espíritu Harry Potter». Cuarón hizo una película buenísima (probablemente la mejor), pero las que más me recuerdan a los libros son estas dos primeras. Infantiles, sin duda, pero transmiten, emocionan y respetan la obra en la que se basan, que es lo principal y prioritario. No puede ser que esta película, con una historia mucho más simple, me transmita más que las dos partes de «Las Reliquias de la Muerte» juntas.

La banda sonora, a pesar de estar reciclada de la primera, no deja de ser perfecta para Harry Potter. Fue una lástima que Williams dejara la saga a partir de la tercera, porque él era el indicado para proporcionar ese toque místico y mágico a estas historias. La melodía de Fawkes, el fénix, me parece para enmcarcar.

Puntos negativos: las interpretaciones. Daniel nunca ha sido buen actor, aunque aquí tenía la excusa de ser un niño todavía. Pero se compensa con la actuación de Richard Harris en su último papel, bordando el personaje de Dumbledore, tal y como se nos mostró en las páginas. Cosa que luego Gambon arruinaría, desperdiciando uno de los principales atractivos de la historia.

Destacar a los de siempre: Rickman, aunque se le vea poco, es el perfecto Snape, y el resto del profesorado también cumple (chapó por el Lockhart de Branagh). También me gustó el actor elegido para Tom Ryddle, mucho más adecuado que el elegido para la sexta película. La pelea con el basilisco me supo bastante a poco, pero es que ya en los libros tampoco es que fuera gran cosa.

Conclusión: un siete, correcta aun siendo la peor de las tres primeras, que son las únicas salvables de la saga cinematográfica del joven mago. El resto, no merecen la pena. Pero estas sí. Estas sí se acercan a lo que contaban y transmitían los libros.