Y es que de nuevo se cae en una ejecución de las escenas sin ritmo ni gracia, de una cadencia insoportable. La historia se mueve a paso de tortuga. La primera hora es de lo más soporífero que se puede encontrar, sólo salvada por el genial Kenneth Branagh (en minutos contados) en su papel de fanfarrón mago famoso.

Pero después se abusa de esquemas repetidos una y otra vez. Harry investiga; en peligro; no hay escapatoria; magia externa lo salva. Harry investiga; en peligro; no hay escapatoria; magia externa que lo salva. And repeat. No hay talento para asombrar con la magia. No hay momentos de gracia y humor buenos. No hay imaginación. Un constante estado de alerta en la Escuela por lo que está ocurriendo y la investigación de los chicos. Y ya.

Si no fuera por la gran producción y la banda sonora, y la excelente participación de Kenneth, esto hubiera sido aun peor.