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España España · Málaga
Voto de Lukas:
8
Romance. Drama La apacible pero anodina vida de Francesca Johnson (Meryl Streep), un ama de casa que vive en una granja con su familia, se ve alterada con la llegada de Robert Kincaid (Clint Eastwood), un veterano fotógrafo de la revista National Geographic, que visita el condado de Madison (Iowa) para fotografiar sus viejos puentes. Cuando Francesca invita a Robert a cenar, un amor verdadero y una pasión desconocida nacerá entre ellos. (FILMAFFINITY)
24 de diciembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película hace tiempo, y la verdad es que me gustó, me gustó mucho, pero necesitaba volver a verla, para ver si había sido el mood del momento, o es que la peli es buena de verdad. Normalmente, ésa es la mejor prueba, la del paso del tiempo. Hay películas que se ven cuando se estrenan, o más tarde, en televisión, vídeo, vete a saber, y dejan un buen sabor de boca. Pero luego las revisas, y te llevas un chasco, porque no aguantan ese tiempo transcurrido. Pero, si una peli es buena-buena, no sólo tiene que aguantar un visionado, dos, sino muchos, muchos más. Ahí demuestra que es un clásico, o una obra maestra.

Volví a ver anoche esta cinta de Clint Eastwood, de 1995, han pasado veintisiete años, no es tanto -- pero es mucho, según se mire. A lo mejor es que la otra vez no la vi con suficiente atención, a lo mejor es que me dormí en algunos pasajes, pero la cosa es que me pareció como si la viera por vez primera. Y se produce, ya desde el mismo comienzo, esa sensación inequívoca que estamos ante cine con mayúsculas. Esto se sabe, pero es difícil de explicar en qué consiste, qué elementos tienen que intervenir para que la sensación nazca ante los ojos. O a lo mejor no es cuestión visual, sino de algo más profundo, y atañe al corazón. Puede ser. La historia comienza, y todo respira autenticidad. Es como si estuviésemos ahí mismo, dentro de esa casa, junto a los hijos de esta mujer, la protagonista. Todo lo que ocurre, lo que se nos cuenta, nos atañe, porque es real. La novela en que se basa, de Robert James Waller (que no he leído), se basa a su vez en un hecho real. Eastwood, gracias a su excelente guionista (Richard LaGravenese), nos presenta esta historia, que es como un trozo de vida, ahí delante de nuestros ojos. Todo transcurre lenta, dulcemente. Para cuando empieza a contarse la historia propiamente dicha, ya estamos dentro de la pantalla, y la emoción irá a más. Es como si fuésemos un hijo más, y viésemos con estupor, dicha, alborozo, simpatía y éxtasis la historia de nuestra madre, desplegada en toda su intensidad.

No abundan las historias de amor crepuscular. Robert Kincaid y Francesca Johnson no son viejos, pero tampoco jóvenes, tienen mucho más de cincuenta (él, tal vez más de sesenta). El cine, que desde la década de 1970 mira sobre todo hacia la juventud, no ha tenido muy en cuenta estos amores, cuando en realidad son los mejores, los más auténticos. Es a partir de los cincuenta que uno sabe de verdad de qué va todo esto, la vida y sus alrededores. El encuentro entre un aventurero y una ama de casa, ahí en la América profunda, no podía por menos que hacer saltar chispas. Pero es una historia que empieza de la forma más natural, y se desarrolla como tiene que ser, siguiendo el dictado del corazón, no de la razón o los intereses. Precisamente por esto, porque es amor del bueno (como se suele decir), es que nos llega tan profundo. Esos diálogos, en que se deja de decir más que lo que se cuenta. Esas miradas y gestos, esa música de jazz, o de blues, esa forma de fumar, y de beber, y de bailar..., todo eso hace mucho. Eastwood retrata todo esto con fina precisión, amor por el detalle, romanticismo como no se ha visto nunca en una pantalla. ¿Por qué es tan bueno? porque es auténtico, pura vida, no tonterías inventadas.

Con los años, uno descubre que la verdadera magia está en la realidad, en lo cotidiano. Es lo que van descubriendo poco a poco Carolyn y Michael, según van conociendo el Diario de su madre. ¿Cuatro días bastan para ser feliz? Sí. ¿Y todo lo demás, qué es? Morralla. Por eso, si la historia no puede seguir, por lo que sea (ella no puede, es una mujer envuelta en la niebla, tiene ya su vida, está establecida, su marido es un hombre bueno, cómo podría salir huyendo), queda el recuerdo, la intensidad de esos días. Pero es que, eso que le pasa a ella, le pasa también a él. Aunque la historia está contada desde su punto de vista, la historia, los sentimientos de Robert duelen incluso más. Ella, a fin de cuentas, ha construido su vida, tiene todo lo que necesita. Él, en cambio, un lobo solitario, necesita a alguien que lo ame, amar intensamente a una persona concreta, no a cualquier mujer por el camino. Para él es mucho más duro, pienso, y eso está muy bien mostrado en un filme genial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lukas
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