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Voto de Madrid es Castilla:
3
Drama Ema, una joven bailarina, decide separarse de Gastón luego de entregar a Polo en adopción, el hijo que ambos habían adoptado y que fueron incapaces de criar. Desesperada por las calles del puerto de Valparaíso, Ema busca nuevos amores para aplacar la culpa. Sin embargo, ese no es su único objetivo, también tiene un plan secreto para recuperarlo todo. (FILMAFFINITY)
29 de enero de 2020
20 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi la casi unanimidad de crítica profesional y de público en torno a esta película, lo que me llevó a la sala.

Pronto mis temores sobre el error cometido comenzaron a hacerse patentes. La película rebosa artificialidad por todas partes, estamos en uno de esos casos en los que uno siente cierta vergüenza de que alguien le vea en la butaca viendo aquello que se está perpetrando en la pantalla.

No entiendo a que vienen tantos elogios, pues la película tiene la poco elogiable "virtud" de que los minutos parezcan tener 120 segundos.

No sé si el director y guionistas pretendían dar un espaldarazo al empoderamiento femenino y al carácter contradictorio que muchas veces muestran los seres humanos, empoderamiento que lleva la voz cantante en esta película y que desafía cualquier concepción tradicional de las relaciones familiares y de pareja, lo que en sí no es ni loable ni criticable. Pero -cómo me suele ocurrir tanto con el cine latinamericano como con el español- veo actores intentando interpretar un papel delante de una cámara -Quizá se deba a lo absurdo de las situaciones-, y no a personajes creíbles en una historia. Nada es plausible y uno tiene la sensación de estar contemplando algo envuelto en una atmósfera onírica ajena en gran medida al mundo real. Puede que eso sea también una licencia
creativa intencionada de los autores, pero a mí todo lo resultante me deja frío y no me suscita ningún interés. Los ritmos reguetoneros no hacen más que contribuir al desaguisado de este engendro.

En la sala donde se proyectó, la película tenía subtÍtulos -recuerdo aquella absurda polémica que se produjo el año pasado o hace dos sobre aquella afamada película mejicana en blanco y negro- y en mi opinión no está en absoluto de más, no sólo porque estemos en un entorno social donde se usa una jerga determinada y propia de una ciudad o región -la parte menos glamurosa de Santiago- ya que el mismo problema pueden tener también espectadores hispano parlantes de fuera de Chile, sino porque, como suele ocurrir en muchas películas latinoamericanas, la banda de sonido adolece de cierta falta de nitidez, lo que puede hacer que uno se pierda parte de los diálogos, aunque lo que se diga en ese momento sea en español internacional estándar.
Resumiendo, la originalidad y la transgresión no son en sí mismos sinónimos de calidad.
Madrid es Castilla
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