Ken Loach es un radical, en el sentido más extricto, o sea va a la raíz de las cosas, sin ambages ni componendas. En este caso nos cuenta la revolución irlandesa, utilizando el arquetipo de los dos hermanos enfrentados, tan característico de las guerras civiles, con una ambientación rigurosa en paisajes naturales y el tono documental que caracteriza al autor. Siempre sus películas incitan -más que invitan- a la reflexión y a la toma de postura. En este caso el dilema está en usar o no la violencia. El hermano médico tiene todo a favor en la vida, una carrera, una mujer que lo ama, sin embargo ha optado por servir a una idea y es coherente hasta las últimas consecuencias. El otro opta por una solución más posibilista, aunque tampoco escapa al drama de tener que cumplir el deber que él mismo se ha impuesto. El cine de Loach es directo y va al grano. Si alguna pega se le puede poner es, si acaso, el esquematismo en el carácter de los personajes, pero es porque están escritos para servir a la tesis que se propone. Hay otro Loach, que me parece más interesante, y es el de los dramas de la vida cotidiana, más fluidas y verosímiles, como "Lloviendo piedras" o la dramática y no por ello menos realista "Felices dieciséis".