La película va de un tío taciturno y cejiespeso que es muy desgraciadico y se desquita siendo malo. El susodicho es empleado de fincas urbanas, sin menoscabo de los integrantes del gremio, y utiliza el control que le proporciona su trabajo para poner en práctica sus maldades. El personaje tiene un ramalazo del Norman Bates de Hitchcock, madre incluida. Pero no hay escena de la ducha, aunque el protagonista es muy pulcro y se pone debajo de la cebolleta con mucha frecuencia y mucho plano cenital para que no se le vean las vergüenzas. Es proclive también a arrimar la cebolleta, pero esa es otra historia. Luis Tosar desempeña el papel con mucho realismo y provoca inquietud como si nada, con solo fruncir un poco el entrecejo. El abiente opresivo y siniestro se consigue a base de planos de un ascensor antiguo subiendo y bajando, de largos pasillos subterráneos y de Tosar urdiendo sus maldades. El suspense se mantiene durante todo el tiempo, hasta el desenlace final. Se juega acertadamente con escenas equivocas, que luego el expectador va entendiendo. En conjunto la película funciona y, como no, una parte importante del éxito es de Luis Tosar. Hay no obstante alguna escena tramposa y situaciones no muy verosímiles debido al afán del guionista por mantener el ritmo aún a costa de forzar la trama.