La película tiene un protagonista claro, y no es el tigre, ni el muchacho, ni siquiera la reflexión filosófica-espiritual; se trata ni más ni menos que de la belleza visual. Las primeras imágnes, que acompañan a los títulos de crédito, son una buena declaración de intenciones. Lo que podríamos llamar "planteamiento", constituye de por sí una película casi autónoma del resto, y es para mí quizás lo mejor, sin quitar mérito a la parte central de la historia. Se trata de un retrato del personaje, en clave de fino humor, que resulta delicioso. La propia explicación del nombre "Pi", es un prodigio. Luego viene toda la parte del naufragio, que es el meollo o "nudo", donde lo que destaca sobre todo es la perfección técnica con que se logra dar vida al tigre virtual. Detrás hay todo un aparato de espiritualidad new age que tampco está mal. De hecho tigre y humano se convierten en dos partes del mismo ser, en una especie de ying-yang que podría dar lugar a un montón de cine-forums, si estos existiesen aún. El hecho es que la forzada conviviencia de la fiereza irracional con el espiritualismo pacifista da para muchas peripecias y, contra lo que algún espectador pueda temer, no aburre en absoluto.