Es lo primero que se me ocurre tras el visionado de esta película. Y es que, como decía aquel, "no creo yo ni en mi religión, que es la verdadera, como para creer en la tuya". La cinta (ahora ya no hay cinta, ni film, ni dios que lo fundó, pero algún sinónimo habrá que usar) nos narra con pelos y señales la vampirización de un pobre hombre por otro de fuerte personalidad y un montón de aduladores alrededor. La cosa va del nacimiento de la secta de la Cienciología pero, para evitar problemas, en la peli lo llaman La Causa. El pringadillo está encarnado por un impresionante Joaquín Phoenix, que borda un papel de personaje complejo, lleno de inseguridades agravadas por haber hecho la guerra. El papel del líder supremo lo hace el recientemente falleciddo Philop Seymour Hoffman, que también lo hace la mar de bien. Ahora, yo casi que me quedo con Joaquín, del que por cierto he visto también la reciente "Her" en el que hace un papel absolutamente distinto. La película tiene una acción más interior que externa, con pormenorizadas escenas de entrenamiento mental dirigido a conseguir la dependencia absoluta del sujeto. El ritmo no decae, a pesar de lo dicho, y el argumento se sigue con interés. Lo más interesante es que se deja al espectador el enjuiciamiento moral de lo que se le expone, sin subrayar especialmente ninuna situación.