No deja de resultarme gracioso que muchos de los que se consideran totalmente imparciales en este mundillo de las críticas de cine se hayan atrevido a hacer desangrar La Visita y a seguir engordando al monstruo que el inmerecido hype de la poco destacable Regresión está creando.

Y es que, así como comprendo que los productos nacionales aumenten el umbral de tolerancia de todo crítico español, no encuentro razón alguna que justifique salir del concurrido círculo de objetividad crítica para asomarse - sólo por un momento - al de la subjetividad con un filme en concreto para, a continuación, sumirse en el más pesimista de los juicios con títulos tan destacables como La Visita.

Sí, he dicho “destacable”. Lo nuevo de Shyamalan, cuya valentía ha vuelto a quedar reflejada por la atrevida decisión de recurrir al low cost en un momento de su carrera que aparentemente brillaba por lo oscuro que parecía, no sólo es una gran película de terror (que, encima, tiene un acertadísimo toque de humor), sino que además es uno de los más efectivos reveses que el director podría haber dado a todo ese colectivo de incrédulos espectadores.

Con esta ingeniosa historia de abuelos que por las noches sufren el llamado “síndrome vespertino” para aterrorizar a sus inocentes nietos, Shyamalan no sólo ha demostrado que el arte con el que maneja la cámara sigue intacto (y eso que ha recurrido al llamado found footage), sino que además, a pesar de que sus cuentos siguen siendo escalofriantes, éstos conservan su pequeño corazoncito y su toque de humor.

Por lo tanto, y aunque parece que La Visita es la obra que más se aleja del estilo habitual del director, este sorprendente estreno termina funcionando como un grandísimo entretenimiento, un acierto asegurado para la noche de Halloween, y una evidencia más de que el futuro de Shyamalan no está perdido.

Todo lo contrario: no podría ser más esperanzador.

●Te gustará si: quieres ser testigo de que el humor y el terror funcionan.
● No te gustará si: el found footage no te convence.

Jerry