De entrada debo decir que, a veces, te toca ver películas que no has elegido. Pero ya se sabe que unas veces eligen unos y otras veces otros. Hoy por ti, mañana por mi,etc..

Esta vez no me tocaba elegir a mi. Así que, bueno, comedia de Netflix, ya me hacía una idea de lo que se me venía encima.

Pero no, era mucho peor. Muchísimo peor.

Se supone que una película de humor debe intentar sacar al espectador alguna sonrisa, no digo ya carcajadas.

No es el caso de The Out-Laws. Se acerca más al melodrama, por eso de que te hace llorar.

Quiero pensar que, en algún universo paralelo, Adam DeVine pueda resultarle gracioso a alguien. Me cuesta imaginarlo pero puede ser. A mi, esa versión cutre de Jim Carrey me produce vergüenza ajena.

Histrión aparte, lo de Ellen Barkin y Pierce Brosnan es para hacérselo mirar. Han venido a este esperpento a cobrar el cheque y poquito más. Bueno, realmente a nada más. De hecho, la buena de Ellen intenta pasar desapercibida para que no que nos demos cuenta de que está en la película, y la entiendo.

Tan mal está la industria del cine que actores conocidos y con cierto prestigio, tengan que buscarse el pan por este tipo de producciones. Muy triste todo.

En definitiva, una auténtica basura de la que recomiendo encarecidamente evitar.

No perdáis ni un segundo de vuestro valioso tiempo con esta película. Yo ya perdí 90 minutos de un sábado por la noche. Y encima, sin final feliz por protestar.