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Voto de Sergio Berbel:
3
Intriga. Thriller. Drama Alice, investigadora privada, ingresa en un hospital psiquiátrico simulando una paranoia. Su objetivo es recabar pruebas del caso en el que trabaja: la muerte de un interno en circunstancias poco claras. Sin embargo, la realidad a la que se enfrentará en su encierro superará sus expectativas y pondrá en duda su propia cordura. Un mundo desconocido y apasionante se mostrará ante sus ojos. Adaptación de la novela homónima de Torcuato Luca de Tena.  [+]
7 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La novela con la que Torcuato Luca de Tena nos marcó la adolescencia a tantos merecía un tratamiento cinematográfico más digno y respetuoso con tan insigne texto literario. De todos los caminos posibles a elegir para la traslación a imágenes de “Los renglones torcidos de Dios”, Oriol Paulo eligió el peor de todos ellos, el más comercial, superficial y palomitero, el del thriller de sobremesa con fórmulas y recursos trillados mil veces vistos, destrozando una historia magnífica. Una pena que, de toda la riqueza polisémica y poliédrica de la novela, el cineasta haya extraído tan sólo la parte noir y la haya cargado de tópicos manoseados hasta la saciedad, de giros imposibles sucesivos que es lo que pide el adocenado espectador actual. Una terrible oportunidad perdida. La manera de mancillar el glorioso final de la novela debería estar tipificada en el Código Penal. Un final profundamente lamentable e irrespetuoso a más no poder con el original.

Es un fracaso absoluto el guión del propio Paulo, Guillem Clua y Lara Sendim, así como todas las decisiones argumentales escogidas ante una novela tan apasionante. Sus deshonestas intenciones de hacer caja sumándose a la moda del thriller fabricado a nivel industrial son muy tristes y el resultado final lamentable. De dicha quema no salva a la película ni una magistral interpretación de Bárbara Lennie, una profesional maravillosa y sublime que puede con todo y que acaba resultando lo único a lo que agarrarse ante semejante despropósito.

Un desperdicio de ambientación y diseño artístico (el dinero de Netflix se tiene que notar, normalmente para mal) para contar lo de siempre, como siempre y con los mismos giros intragables de siempre. Incluso el mal generalizado que preside el film arrastra con él a un actor portentoso al que idolatro como Eduard Fernández, al que aquí reducen a un irrisorio personaje de cómic teniendo que encarnar a un malo tan de manual que a ratos da risa, como toda la cinta. Tan sólo salvo de la quema generalizada, más allá de la diosa Bárbara Lennie, a Loreto Mauleón, que igualmente trata de hacer sostenible su personaje igualmente estereotipado.

Hubiera querido ver todo el horror de una institución psiquiátrica que tan bien describe la novela, haber conocido a los pacientes con la profundidad y cariño que lo describe Torcuato Luca de Tena, haber presenciado en imágenes creíbles y duras el infierno de “La jaula”, contemplar las vidas sesgadas de los allí encerrados, estuviesen o no perturbados de verdad. Pero no, la cinta sólo quiere sacar adelante el típico thriller de investigación policial de siempre. Lamentable.
Sergio Berbel
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