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Voto de Sergio Berbel:
10
Romance. Drama Elio Perlman (Timothée Chalamet), un joven de 17 años, pasa el cálido y soleado verano de 1983 en la casa de campo de sus padres en el norte de Italia. Se pasa el tiempo holgazaneando, escuchando música, leyendo libros y nadando hasta que un día el nuevo ayudante americano de su padre llega a la gran villa. Oliver (Armie Hammer) es encantador y, como Elio, tiene raíces judías; también es joven, seguro de sí mismo y atractivo. Al ... [+]
23 de marzo de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos han contado que “Call me by your name” de Luca Guadagnino es una obra maestra como narración del primer amor de juventud, o como muestra perfecta del amor homosexual. Yo pongo ambas afirmaciones en tela de juicio, no porque no sean ciertas, que lo son, salvo de la que sostiene que es una obra maestra, porque alcanza ese nivel indiscutiblemente.

Pero, para mí, la cinta llega a lo sublime, más que en la puesta sobre la mesa de los temas anteriormente tratados, como un retrato perfecto de la página en blanco que supone un eterno verano en la adolescencia, cuando todo está por hacer, por descubrir, por rellenar, cuando las horas muertas pasan leyendo o escuchando música, cuando los acontecimientos primigenios en todas las facetas del ser humano (sentimentales, sexuales, intelectuales) se van sucediendo a la velocidad del rayo a pesar del paradójico ritmo cansino con el que se van sucediendo los días, cuando el despertar del hombre/mujer que vas a ser siempre acaba sucediendo durante un largo e inagotable verano de tu adolescencia, entre horas muertas, libros y canciones. En eso, la película de Guadagnino ha alcanzado el éxtasis del relato iniciático a través de su perfección estética, que en eso también resulta magistral.

La languidez y el hastío sentidos por un joven de 14 años que tiene todo un verano por delante en un paraíso natural del norte de Italia es la esencia de la historia. Porque más que la narración del nacimiento de un amor homosexual por un adulto, lo que se nos cuenta es el verano iniciático de un chaval de clase burguesa en el norte de Italia, y cómo se nos cuenta, con elegancia, pausa, ritmo adecuadamente cansino (no podría ser de otra manera en una historia aplastada por el sofocante calor veraniego presente en cada una de sus escenas), interpretaciones inconmensurables y mucha cultura exudando por todos los poros de cada plano, bellamente pensado, reflexionado y construido de forma equilibrada y clasicista por el cineasta italiano, pura marca de la casa si oteamos su filmografía, donde destaca “Cegados por el sol”, con la que tiene algunos maravillosos puntos de conexión.

En ese verano, porque casi todas las cosas importantes que ocurren en la adolescencia tienen lugar durante el verano, descubre el amor, tanto el heterosexual como el homosexual, y la confusión es un precipicio insondable para alguien que no se ha enfrentado a ningún cruce de caminos en su vida hasta ese momento.

No debe ser casualidad que el guionista de la cinta sea un tal James Ivory, adaptando una novela de André Aciman, uno de los adalides de la sensualidad la exquisitez cinematográfica, como su filmografía acredita. Acompasado dicho guión por la etérea música de Sufjan Stevens y la academicista y clasicista dirección de fotografía de Sayombhu Mukdeeprom.

Los pocos que se atreven a criticar esta joya culmen de la sensibilidad, con unas escenas finales apabullantes que se adhieren al corazón del cinéfilo, dicen que le falta un poco de conciencia social. Creo que se equivocan o que parpadearon en un par de escenas en las que Guadagnino guarda un ataque con carga de profundidad muy sutil, sobre todo en esa en la que el “señorito” adolescente deja el frigorífico abierto y la cámara permanece enganchada a la puerta del electrodoméstico a la espera de… que aparezca en plano la mano de la sirvienta de la familia para cerrarlo. A veces, no hace falta más para contarlo todo.
Sergio Berbel
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