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Voto de Sergio Berbel:
8
Thriller. Drama Una española, Gloria Duque, presencia en México la muerte de dos policías a manos de dos gángsters. Uno de ellos le da antes de morir un portafolios con direcciones donde la mafia blanquea dinero en todo el mundo. Más tarde a ella la deportan a Madrid y vuelve a casa de su suegra, una mujer de gran entereza que da clases para pagar la hipoteca del piso. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agustín Diaz Yanes marcó el thriller autóctono en los 90 con “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”, que cumple ahora 25 años y continúa siendo una excelente muestra de cine negro (con importantes pinceladas de drama social en perfecto equilibrio) que supuso tal cumbre que animó, 13 años después, a su autor a hacer una igualmente acertada secuela titulada “Sólo quiero caminar”.

Con una eficiencia absoluta y con una solvencia de una profesionalidad incontestable, Díaz Yanes nos entrega una impactante muestra de cine negro sobre mujeres perdedoras. Gloria (interpretada de forma antológica por Victoria Abril en uno de sus más brillantes papeles) ejerce la prostitución en México para poder sufragar su alcoholismo. Cuando se encuentra en mitad de un baño de sangre entre mafiosos, pone tierra de por medio porque se sabe una testigo incómoda y vuelve a su Madrid natal, a casa de su suegra (una portentosa Pilar Bardem que es capaz de conformar uno de esos personajes secundarios que calan por su bondad y se hacen con la película y con tu sonrisa para siempre) donde su marido está en estado vegetal a consecuencia de una cogida puesto que había sido matador de toros. Obviamente, ella tiene unos papeles y es una testigo que sabe demasiadas cosas y desde México vendrán a "interesarse" por ella.

Todo contado de forma cruda, sin aderezar con belleza estética el feísmo crudo de la violencia y la muerte, con una narración seca y descarnada y, sobre todo, con un cariño impagable de su autor hacia esas dos mujeres, perdedoras natas, nacidas para sufrir y para la pobreza, para no llegar a fin de mes y para que todos los planes se arruinen, para sostener los márgenes de la sociedad ni poder pagar la hipoteca el día 6 de cada mes.

Tampoco es fácilmente olvidable el mafioso mexicano que encarna el inmortal Federico Luppi, aterrador y humano al mismo tiempo, terrible y atormentado desde que está convencido de que Dios quiere castigarlo por su oficio.

Una cinta que ganó justamente 7 premios Goya y que fue la gran triunfadora en 1995 y que se conserva fresca hoy día.
Sergio Berbel
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