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Voto de Sergio Berbel:
8
Drama Narra la tragedia del submarino nuclear ruso 2000 K-141 Kursk ocurrida en agosto del año 2000, y la negligencia gubernamental que le siguió. Mientras los marineros luchan por sobrevivir, sus familias luchan desesperadamente contra los obstáculos políticos y las ínfimas probabilidades de salvarles. (FILMAFFINITY)
11 de septiembre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thomas Vinterberg, uno de los grandes nombres de la historia del cine danés, colega de Lars Von Trier con el que ha mantenido siempre constantes creativas comunes (ambos fundaron el Dogma 95), es un nombre apasionante del cine, porque sabe combinar pequeñas películas de autor con producciones de mayor tamaño a las que igualmente sabe dotar de dignidad y calidad artística.
El autor de “Celebración” (de las películas de mi vida) o “La caza”, también es capaz de afrontar con su carga autoral en “Kursk” la narración de la epopeya dramática de la tripulación del submarino nuclear ruso homónimo que sufrió un grave accidente en aguas del norte de Europa quedando parte de su tripulación superviviente atrapada en el interior del mismo a la espera de poder ser rescatada por la armada rusa.

La cinta de Vinterberg, que combina dos formatos de pantalla diferentes (más reducido y angosto para las escenas en tierra firme; y, paradójicamente, más amplio para el claustrofóbico interior del submarino), arranca, como si de “El cazador” de Michael Cimino se tratase, con una boda donde se nos presenta a unos personajes que rápidamente van a tener que partir rumbo a su trágico destino, pero que aún aparecen jóvenes e idealistas, cargados de camaradería y ansias de futuro.

A partir de ahí y de forma minuciosa, Vinterberg nos cuenta la odisea de unos seres humanos atrapados a cientos de metros de profundidad en el fondo del océano a la espera de ser rescatados con los medios en descomposición de una Rusia desmoronada económica y políticamente a la altura de 2000.

Mientras tanto, sus familias juegan la danza de la presión política en el exterior (la diosa Léa Seydoux, como siempre, espléndida como esposa en tierra del protagonista). La epopeya política y humana se va desarrollando de forma paralela creando un drama con tintes de thriller que atrapa e impacta y conforma otra notable película (en este caso comercial) del gran Vinterberg dirigiendo una coproducción europea a lo grande, que se beneficia y mucho de la partitura del gran músico Alexandre Desplat.

Una mucho más que correcta reconstrucción de unos hechos históricos en la línea de “Chernobyl”. Y ojo al plano secuencia subacuático, porque es de una brillantez apabullante y una dificultad técnica extraordinaria. Sólo por él, vale la pena ver la cinta.
Sergio Berbel
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