Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Sergio Berbel:
8
Drama. Comedia Una película que va a rodarse comienza con la llegada de los actores y los miembros del equipo técnico, pero pronto el rodaje tropieza con una serie de dificultades que afectan tanto a los miembros del equipo como a la propia película. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La noche americana” es una carta de amor al cine rodada por uno de los mayores amantes del Séptimo Arte que hayan existido, François Truffaut. No es una obra maestra, a ratos ni tan siquiera una gran película, no corona su filmografía, pero es de visión obligatoria si adoras por encima de todas las cosas el arte de contar historias con imágenes, porque pocas películas, por no decir ninguna, cuentan mejor los entresijos de un rodaje como lo hace “La noche americana”.

Película coral por definición y vocación, Truffaut no deja atrás a ninguno de los elementos técnicos y artísticos que se requieren para la elaboración de un film, ese falso rodaje de una falsa película titulada “Os presento a Pamela”. Dicho sea de paso, incluso él mismo interpreta al director de la película ficticia que se rueda, a la par que el propio montador y el compositor de “La noche americana” se interpretan a sí mismos. Fascinante ejercicio de metacine.

Estamos en 1973, o sea, la década donde el cine fue más libre y mejor, y esa frescura de formas y pensamiento contagia cada fotograma de esta cinta. Sus 115 minutos de comedia humana y humanista acaban pasando como un suspiro y dejan una sonrisa benéfica en el espectador, que entiende las vicisitudes por las que tiene que pasar un cineasta para sacar su obra adelante.

Entre la multitud de actores y actrices que van apareciendo alrededor del ficticio rodaje de la película, con aparente y cuidada verosimilitud que hace que Truffaut, a ratos, incluso busque el tono de documental, destaco a su alter ego eterno, inmenso Jean-Pierre Léaud (al que sacó de las calles para protagonizar “Los cuatrocientos golpes” y, a partir de ahí, acompañó en su desarrollo vital ante la cámara durante el resto de su vida), creando el personaje de Alphonse, para mí, el más llamativo entre la pléyade de estrambóticos seres que pululan por este mecanismo cómico.

Pero, sin duda, lo que más perdura y mejor se recuerda de este film es su excelsa partitura original, obra cumbre de Georges Delerue, que forma parte de nuestro bagaje personal y que tarareamos más veces de las que imaginamos. Igualmente me atrae la dirección de fotografía de Pierre-William Glenn, gozosamente setentera, como yo adoro.

Y es que muchos, como el niño que representa al propio Truffaut en la película, hemos soñado con robar fotogramas de “Ciudadano Kane”. Por eso entendemos este delirio-homenaje al cine.
Sergio Berbel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow