Si uno piensa en cine de los 80, lo primero que se le viene a la cabeza son los grandes títulos fantásticos que nos trajeron Spielberg, Donner, Lucas y Zemeckis. Pero hay otros títulos que dejaron mucha huella, sobre todo a finales de la década, que no son menos importantes y “Rain man” es uno de ellos.
Cruise ya era una joven estrella en alza, demostrando ser un buen actor además de ser un “guaperas”. Comparte protagonismo con un descomunal Dustin Hoffman, que no solamente nos ilustró a muchos sobre el autismo, sino que realiza sin ningún género de dudas uno de los mejores papeles de su vida, si es que no es el mejor. Está claro que se trata de esos personajes que suponen un desafío actoral, y que solo unos pocos grandes podrían haber llevado a cabo con éxito. Hoffman lo logra con creces.
El argumento ayuda mucho a dar lugar a una gran película, de esas que se recuerdan, se hacen muy famosas y son adecuadas para volver a verlas de vez en cuando sin cansarse nunca. Es un drama muy potente, pero que al mismo tiempo engancha desde los primeros minutos y ya no te suelta hasta el final.
Creo que es de las que deberían verse en las escuelas, pues es muy accesible a todo tipo de público y enseña grandes valores morales. Es muy interesante conocer al principio al protagonista, un tipo materialista y un poquito egocéntrico, que sin comerlo ni beberlo se encuentra con un hermano al que no conocía y que resulta ser una persona un tanto especial. Lo que al principio es mal rollo y amargura por encontrarse con esta carga inesperada, evoluciona según transcurre el film y termina siendo un fuerte amor fraternal. También cambia mi percepción del autista, pues al principio parece que es un deficiente mental que no se da cuenta de nada, y al final nos caerá estupendamente y nos dará bastante pena su situación.
Me gusta mucho este tipo de historias humanas y dramáticas cuando están bien contadas. Barry Levinson lo sabe hacer bien y cuenta un relato cargado de fuertes sentimientos que nunca deja de tener los pies en el suelo ni irse por el camino de la ñoñería.
Y hay más. Este es una de los primeros trabajos del grandioso compositor Hans Zimmer. El músico ha evolucionado y cambiado muchísimo con los años, siendo un creador de bandas sonoras magistrales pero que ha experimentado con muchas formas y estilos distintos. El tipo de música que hace ahora no es como el de sus primeros años, pero el nivel de calidad siempre lo ha tenido altísimo. Aquí hay varios temazos, como el principal o el que se puede disfrutar en la escena del casino. Es una melodía totalmente de los ochenta, con muchos matices e instrumentos mezclados, que se puede escuchar mil veces y disfrutarse siempre sin cansarse, al igual que la película en sí misma. La banda sonora está al nivel.
Una película estupenda, sin más rodeos.