Haz click aquí para copiar la URL
Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Voto de Peaky Boy:
8
Intriga. Terror Una carta que hace sospechar que una joven desaparecida ha sido asesinada lleva al sargento Howie de Scotland Yard hasta Summerisle, una isla en la costa de Inglaterra. Allí el inspector se entera de que hay una especie de culto pagano, y conoce a Lord Summerisle, el líder religioso de la isla... (FILMAFFINITY)
21 de octubre de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los rituales religiosos han sido una práctica llevada a cabo por la humanidad desde tiempos inmemoriales. Ya Homero nos narraba, supuestamente, con pelos y señales aquellas hecatombes perfectas que el ingenioso Odiseo y la prudente Penélope ofrecían a los dioses para mostrar su gratitud. Aquello sí que era fe ciega, teniendo en cuenta que el desventurado héroe poco tuvo que agradecer a unos dioses que jugaban con su suerte y le hacían padecer toda clase de tormentos.
La religión es uno de los temas más controvertidos de la sociedad, y esto es así desde que existen varias creencias y cada una de ellas afirma ser la única y verdadera. Pese a las diferencias que se puedan encontrar, todas comparten un patrón común, la interpretación de un texto sagrado. La rigurosidad con la que se afronte dicha lectura será el factor que marque el nivel de extremismo del grupo, de esta manera es como se forman la mayoría de los colectivos fundamentalistas o sectas destructivas, cuyos líderes pueden llegar a ser personas potencialmente peligrosas. Sus dotes para la manipulación combinadas con un insano fanatismo, son capaces de conseguir que miles de personas actúen bajo sus órdenes como meros autómatas.
Es precisamente este fanatismo el factor clave en el trabajo de Robin Hardy, una obra que ha ido cobrando gran importancia con el paso de los años hasta convertirse en lo que es hoy día: uno de los clásicos indispensables del cine de culto. La provocadora crítica de tintes oníricos se presenta como un filme denuncia que no duda en cargar contra la religión en general, aunque se centra en gran parte en la católica, personificada en un devoto policía con aires de colonizador que desacredita constantemente las creencias de los lugareños, sin dejar de preguntarse cómo pueden adorar algo que no son capaces de ver, mientras por las noches se arrodilla para rezar antes de irse a la cama.
Hardy pudo haber encabezado nuestra lista de “directores por un día” de no ser porque en 2010, treinta y siete años después de su genial ópera prima, firmó la secuela de ésta, titulada The Wicker Tree. Un filme tan evitable como también lo fuera el remake americano de El hombre de mimbre, del que se encargó Neil LaBute, The Wicker Man, 2006, con Nicholas Cage a la cabeza.
En la versión original de 1973, un policía escocés viaja a la isla de Summerisle siguiendo la pista de una carta que le ha sido entregada y en la que se denuncia la desaparición de una joven de doce años. El extraño comportamiento de los oriundos, que afirman no haber visto nunca a la niña, pone en guardia al agente que pronto se verá envuelto en una minuciosa búsqueda bajo la desconfiada mirada de los vecinos del pequeño pueblo. Las prácticas libertinas y el paganismo del que los habitantes hacen gala, escandalizan al sargento Howie cuya moralidad se verá puesta a prueba. La búsqueda se volverá más esotérica una vez que aparezca la figura de Lord Summerisle, el líder espiritual y político de la isla. Todo dará un giro argumental asombroso conforme nos vayamos acercando al inevitable y apoteósico final.
Christopher Lee, el mayor icono del cine de serie b, y para muchos el mejor Conde Drácula de la historia, Drácula, 1958, interpretó una de las más grandes actuaciones de su carrera, dato que no es de extrañar teniendo en cuenta que fue la motivación el único factor que le llevó a aceptar el papel, accediendo a participar en la película de forma gratuita.
El guionista Anthony Shaffer, que ya por entonces gozaba de una gran popularidad tras haber escrito el guion de La Huella, 1972 y la adaptación de Frenesí, 1972, se convirtió en la gran atracción publicitaria hasta el punto de que su nombre formó parte, en un principio, del título de la película. Un guion muy consistente cargado de conversaciones metafóricas que ponen en evidencia la sinrazón de ciertos cultos, mostrando dos caras de una misma moneda. Por un lado, la hipocresía con la que se representa a la iglesia católica, todopoderosa y con delirios de grandeza, sintiéndose capaz de condenar todo aquello que se escape de su razonamiento. Por el otro tenemos a los paganos, una hermandad que practica el amor libre y destaca por la desconfianza con la que miran todo lo que viene del exterior, una congregación muy territorial que reacciona como un animal asustado ante cualquier intento de invasión, primero se esconde y cuando se encuentra acorralado, responde con violencia.
La supuesta integridad de la que presume el protagonista se tambaleará en una de las escenas cumbre de la película, cuando la bella hija del posadero baile pecaminosamente desnuda en la habitación contigua, golpeando la pared a modo de reclamo, a la vez que intenta seducirle con su erótico ritual. La dulce voz de la joven llegará a los oídos del beato como el canto de las sirenas llegaba a los de Ulises mientras se encontraba atado a un mástil que le impedía sucumbir, en esta ocasión el mástil tendrá forma de cruz.
Ciertamente es lo enigmático y oscuro del tema lo que lo hace tan atractivo, las agrupaciones sectarias siempre han estado envueltas en un halo de incomprensión y ocultismo que el cine ha plasmado con mayor o menor acierto, como es el caso del filme de Jaques Tourneur, La noche del demonio, 1957, o la moderna y exagerada película de Kevin Smith, Red State, 2011, centrada en la figura real de Fred Phelps.
El resultado del experimento de Hardy fue una transgresora cinta que aportó frescura al género de terror, que por entonces ya se encontraba muy deteriorado, creando, de manera magistral, un ambiente agobiante y una sensación de incomodidad difícil de aguantar entre los aldeanos de un pequeño pueblo de Escocia y un sargento de policía de la capital.
El hombre de mimbre vuelve hoy a proyectarse, con todo merecimiento, en los cines de todo el mundo gracias a su nueva versión remasterizada.
Peaky Boy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow