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Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Voto de Peaky Boy:
8
Drama Grace (Brie Larson) es una joven que trabaja como supervisora en Short Term 12, un centro de acogida para adolescentes en situación de precariedad. Le encanta su empleo y vive entregada al cuidado de los chicos. Pero, al mismo tiempo, pesa sobre ella un pasado conflictivo que la llena de angustia. A raíz del ingreso en el centro de una chica inteligente e inquieta, se da cuenta de que no puede seguir eludiendo los problemas que arrastra ... [+]
10 de noviembre de 2013
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2009, Giorgos Lanthimos nos enseñó, con su brutal cinta Canino, los devastadores efectos que la sobreprotección de los hijos podría originar. El exagerado comportamiento de los padres, ocultando todo lo que consideran nocivo para el desarrollo de los retoños, les lleva hasta límites desproporcionados con desastrosas consecuencias. El drama de los abusos a menores es un tema cuando menos delicado. En ocasiones, los abusos serán de tipo autoritario y psicológico, como los que se muestran en el experimento conductista llevado a cabo en la película griega antes mencionada, y en otras, serán de tipo físico, como ocurre en Oscura Inocencia, 2004, o Happiness, 1998, donde la terrorífica trama será camuflada bajo un, todavía más aterrador, humor sarcástico.
Todos los personajes (menores) de estas películas, hubieran corrido mejor suerte de haber podido entrar en algún momento de sus vidas en el centro de acogida, Short Term 12. En él trabaja Grace, una espectacular Brie Larson en su primer papel como actriz principal. La protagonista, al igual que el resto de sus compañeros de trabajo, ha aprendido a convivir junto a jóvenes con problemas, a respetar su situación sin hacerles sentir excluidos y a prepararles para la vida adulta más allá de esas cuatro paredes, fuera de las cuales no tendrán ninguna influencia sobre ellos. Ahí es donde el director muestra el saber hacer que la veteranía aporta a los monitores, frente a la torpeza de los novatos que suelen pecar de seguir las normas y el manual de “como tratar con personas desfavorecidas” olvidando a veces que, en efecto, son personas y por lo tanto no se rigen por ningún manual.
El inevitable tratamiento de temas trágicos hará que la cinta sea tachada de melodrama demagógico, sin embargo, la ausencia de frivolidad y el buen gusto de un director que mantiene su cámara enfocando en todo momento al interior de los protagonistas, dejando que los fantasmas de sus pasados sólo sean presumibles y nunca visibles, la dotan de un rigor objetivo mayor que muchas de las noticias que leemos a diario. Y es precisamente esa ausencia de superficialidad y su fino humor, lo que hace que este filme sea disfrutable y no el devastador relato que hubiese resultado de haber seguido con la tónica de los circos mediáticos del morbo-sensacionalismo que pueblan la diaria programación de las cadenas televisivas.
Destin Cretton dirige de forma transparente y con pulso firme esta genial obra independiente capaz de sacar los colores de muchos de los nuevos estrenos con presupuestos multimillonarios. Cretton también escribe el guion, o mejor dicho, reescribe, basándose en su cortometraje homónimo, donde cuenta vivencias personales de su paso por uno de estos centros como voluntario.
Larson brilla con luz propia y será la encargada de marcar el ritmo de la cinta, interpretando a una joven completamente entregada a su trabajo. Su fuerte y amable personalidad hará que sea el apoyo principal de todos los niños de los cuales se ha ganado el más absoluto de los respetos, sin embargo, ese alegre temperamento estará escondiendo una parte oscura de su pasado que se niega a dejar salir, hasta que la entrada de una nueva adolescente con la que se siente identificada comience a abrir viejas heridas que quedaron sin curar. Una llamada de teléfono que trae noticias de su pasado semienterrado abrirá definitivamente esas heridas a las que tendrá que hacer frente irremediablemente, obligándola a abrir, poco a poco, esa hermética coraza que la protege para que las personas que la quieren puedan ayudarla.
Una de las joyas que nos dejó la Semana Internacional de Cine de Valladolid que, pese a no resultar ganadora, ha servido de vehículo para llegar a millones de espectadores que, sin dejar de elogiar el impecable trabajo del director, han hecho que éste obtenga con creces el respaldo necesario para que su próximo estreno sea una fecha marcada en rojo en el calendario de eventos de interés especial.
Brett Pawlak ayudará a Cretton, como ya lo hizo en su anterior y primer largometraje, I Am not a Hipster, 2012, a conseguir una atmósfera cálida y familiar, acercándonos a los personajes de la obra mediante una fotografía que, con su amplia profundidad de campo y su sencillez, abraza suavemente a los protagonistas con el tacto necesario para que éstos no se sientan intimidados y terminen por abrirse a un espectador que creerá que es un miembro más de esa comunidad. Y es que nada en la cinta es agresivo, la delicada imagen, el carácter de los monitores, la sutil banda sonora, todo son componentes que el realizador ha colocado con mucho mimo para que el mensaje no se vea distorsionado por elementos externos, sino que sirvan únicamente de acompañamiento para un final que dejará una pequeña ventana abierta a la esperanza. Una ventana a la que asomarse y respirar cuando la despiadada realidad del mundo exterior nos desborde. Ahí contemplaremos la magia de un director que todavía tiene esperanza en el ser humano, consiguiendo que Los Olvidados de los que hablaba Buñuel en 1950, sean finalmente recordados con cariño, suavizando el impacto de la historia de una de las caras más amargas de la sociedad.
Peaky Boy
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