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Reino Unido Reino Unido · Birmingham
Voto de Peaky Boy:
4
Thriller Un respetado abogado americano (Fassbender) decide participar por primera vez en una operación de tráfico de drogas en la frontera mexicana con el fin de conseguir dinero para casarse con su novia (Penélope Cruz). Sus contactos con los cárteles son Reiner (Javier Bardem), un capo de la droga muy enamorado de su chica, la sexy y ambiciosa Malkina (Cameron Diaz), y Westray (Brad Pitt), un intermediario amigo suyo. Primer guión ... [+]
20 de noviembre de 2013
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ridley Scott es uno de los directores más irregulares de Hollywood, sus obras, a diferencia de las de la mayoría de realizadores importantes, están desprovistas de cualquier clase de sello distintivo que las haga fácilmente identificables. Así como sus compañeros de gremio tienen una manera muy personal de introducir escenas, personajes, fetiches, o cualquier tipo de recurso que haga su cine muy reconocible, Scott consigue que cada una de sus películas resulte completamente diferente de la anterior. Lo mismo sucede cuando se habla de la calidad de su filmografía, siendo capaz de componer desde auténticas obras maestras hasta completos desastres, abarcando todo tipo de géneros. Tras su espectacular debut, con tres grandísimos títulos, Los Duelistas, 1977, Alien, 1979 y Blade Runner, 1982, su popularidad ascendió hasta situarlo en primera fila. Desde entonces ha sufrido bastantes altibajos, pero siempre ha sabido cómo reponerse, consiguiendo un taquillazo por cada fracaso, haciendo que las productoras sigan apostando por él.
El eterno retorno que Friedrich Nietzsche nos presentó en Así habló Zaratustra, 1883, y que tanto asustó al filósofo que da nombre a la obra, habría sido malinterpretado por un abogado del sudoeste de Estados Unidos, del mismo modo que Hitler malentendiera el concepto de “superhombre” expuesto en el mismo libro. Una vez que “El Consejero” se da cuenta de que no puede comparar de forma individual su propia vida con vidas pasadas, como propone Nietzsche, para así aprender de los propios errores, llega a un callejón sin salida como el descrito en La Insoportable Levedad del Ser de la que nos hablaba Milan Kundera en 1984.
El espectacular elenco cumple con lo exigido, pero ni ese reparto estelar, ni tan siquiera el propio Nietzsche, consiguen levantar este, tan pobre como previsible, guion de Cormac McCarthy. Michael Fassbender, el protagonista, resulta un personaje completamente vacío, no logra despertar la empatía a la que nos tiene acostumbrados y esto es debido a que no hace el más mínimo esfuerzo por acercarse al espectador. Uno de los mayores fallos de la cinta es que no nos sentimos identificados con él y, al final, nos da exactamente igual la suerte que corra. Javier Bardem, en su línea extravagante habitual, consigue alguno de los momentos más carismáticos del largometraje y es, junto a su novia ficticia Malkina, Cameron Diaz, el mayor atractivo de la película. Penélope Cruz, la novia real de Bardem, vuelve a sorprendernos con una actuación que raya en la chabacanería, no por la simpleza y mal gusto que las exigencias de su personaje requerían, sino por un desastroso ejercicio interpretativo desprovisto del más mínimo talento. Por último Brad Pitt que, correcto y sin despeinarse, tira de veteranía en un papel que se conoce a la perfección.
Un abogado, al que le gusta disfrutar de una vida llena de lujos, se encuentra con un dilema moral en el que pedirá asesoramiento a personas de dudosa reputación con las que gusta de codearse, pero nadie puede aconsejar a un consejero. Así que tendrá que tomar la decisión de Pactar con el diablo, como ya hiciera su colega Kevin Lomax en la película de Taylor Hackford, 1997, o conformarse con su desahogada situación transigiendo con un trabajo que le reporta el suficiente dinero para poder costear los singulares caprichos, tanto suyos como de su prometida. Pero nunca es suficiente, la codicia siempre es más fuerte que el conformismo y el consejero decide aceptar el pacto. Y ya se sabe lo que pasa al que juega con fuego, en concreto con el cártel mejicano, ni el dinero ni la fama pueden salvar a un individuo de las garras de uno de los grupos de narcotraficantes más sanguinarios y despiadados que existen, por lo que al final no sólo se termina quemando, sino ardiendo en su propia Hoguera de las vanidades.
Un argumento de sobra conocido pues, aparte de la antes mencionada película de Al Pacino, ya habíamos visto otros ejemplos de abogados que se relacionan con criminales, ¿quién no recuerda el papel de Robert Duvall como el Consigliere Tom Hagen, en El Padrino? ¿O a Robert De Niro como Max Cady, acorralando a un atemorizado Nick Nolte en un callejón oscuro mientras le gritaba aquello de “¡Abogado! ¿Estás ahí?” en El Cabo del Miedo?
La estética es lo mejor de la obra, una fotografía correcta y un vestuario muy bien cuidado, con todo lujo de detalles, proporcionan una atmósfera de western fastuoso que resulta muy llamativa y agradable durante la primera media hora. Otro gran problema es que, para dirigir a un reparto coral de esa magnitud, la capacidad de síntesis y de crear situaciones rápidas desde el comienzo es fundamental, pero a Scott no le gusta abreviar y, tras la primera hora de metraje, aún no ha terminado con la presentación de los personajes, sino que los largos y redundantes diálogos siguen introduciendo nuevos datos de una trama que cada vez tiene menos sentido, dando como resultado un aburrimiento que se vuelve incluso más incómodo con las eróticas escenas puestas completamente a destiempo. Nos encontramos a menos de media hora para el final y siguen apareciendo nuevos personajes, el vestuario ya no nos llama la atención en absoluto y, no nos podemos creer que hayan contado ese chiste tan fácil, el guion cada vez da más muestras de que el final no va causarnos una gran sorpresa.
La película termina y estamos como al principio, dos horas contemplando una sucesión de rostros conocidos para ver un nuevo punto de vista de Machete Kills, 2013, sólo que, a diferencia de la cinta de Robert Rodriguez, ésta intentaba ser tomada en serio. Uno de los mayores fracasos en la carrera de Scott que, lejos de desanimarnos o hacer que nos rindamos con el director, podría indicar que su próximo filme Exodus, será uno de sus mayores éxitos. Habrá que esperar un año para comprobarlo.
Peaky Boy
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