Hablar de Eva al desnudo es hablar de cine puro. De esencia, de forma y de resolución. Eva al desnudo es un clásico mayúsculo y todo un referente. Una obra maestra de la que se extraen partes desde entonces hasta hoy para hacer nuevas películas.

Joseph L. Mankiewicz dirige una película cuya historia merece ser contada a grandes rasgos. Inspirada en la historia real de la actriz Elisabeth Bergner, el reparto final es pura coincidencia, a la que se llegó por un cúmulo de casualidades que hicieron que las actrices elegidas e incluso las segundas y terceras opciones no interpretaran el papel de 'Margo' y 'Eva'. Centrándome en el trabajo de Mankiewicz, ¿qué puedo decir, 60 años después, que no se haya dicho ya? Cuando uno escribe un guión y lo dirige tiene la posibilidad de medir los tiempos mucho mejor. Si además, la persona en cuestión es un genio como Joseph L. Mankiewicz (Julio César, El americano tranquilo o Cleopatra están en su filmografía), pues sobran las palabras. Su labor en Eva al desnudo es magistral. Controla cada detalle del desarrollo y desde el primer al último ademán del reparto, consiguiendo una historia compacta que tiene una historia que contar por cada personaje que aparece en ella, para lo que Mankiewicz utiliza la narración en off de varios de ellos. Una dirección a la antigua usanza, sin duda, en la que la historia desfila a través de los actores y nunca al revés. Mankiewicz marca de cerca a su reparto y da oportunidades para lucirse a todos ellos, siendo un gran ejemplo el eterno primer plano de Anne Baxter en la penúltima escena o el sublime monólogo en el coche de Bette Davis.

Bette Davis, qué gran actriz. Exponente del género femenino por los siglos de los siglos, Davis pasó a la historia por su peculiar cara (muy dada a ciertos papeles) y por su ilimitada capacidad interpretativa. Aunque eligió los papeles con más acierto en la primera mitad de su carrera, lo que hizo luego no puede ensuciar el nombre que se forjó con trabajos como el que desempeña en Eva al desnudo. Tan cuidado, tan detallista y tan ambiguo que cuesta no sentirlo cerca. Anne Baxter, espectacular. No fue la actriz principal más cotizada, pero era capaz de llenar su espacio siempre. En Eva al desnudo se convierte en quien da nombre a la película y, lejos de amedrantarse en su "duelo" con Bette Davis, la actriz de Indiana se crece y nos deja, tal vez, su mejor trabajo. Soberbio George Sanders en un papel fuerte que necesita de intensidad y temple, dos cosas que Sanders lleva en la sangre. Celeste Holm, un poco por debajo de los tres primeros, pero aun así a un nivel excelente, que permite que no desentone nunca, lo que es un plus de dificultad cuando tu personaje es en cierto modo lo que une a los demás y debe estar presente en cada combate interpretativo.